Un comienzo prometedor, un final catastrófico

2 Reyes 14:1-16

Amasías, hijo de Joás, sube al trono de Judá al mismo tiempo que el otro Joás reina en Israel. Una vez más comprobamos la buena influencia de una madre que pertenece al pueblo de Dios (v. 2).

Se nos dicen buenas cosas respecto de ese nuevo rey, en particular su preocupación por obedecer la Palabra (v. 6; véase Deuteronomio 24:16). Pero se nos hace notar: “…aunque no como David su padre”, recordando el ejemplo del rey amado.

Para los creyentes, el punto de comparación siempre es Jesús, el perfecto Modelo. Es necesario que volvamos a “lo que era desde el principio”, como nos invita a hacerlo la primera epístola de Juan. ¡Estas son las primeras palabras de dicha epístola! ¿Y cuáles son las últimas?: “Hijitos, guardaos de los ídolos”. El segundo libro de Crónicas (cap. 25:14) nos revela que, después de su victoria sobre los edomitas, Amasías establece sus ídolos como dioses. ¡Qué ingratitud hacia Jehová que le había dado la victoria! Una amarga derrota ante Joás, rey de Israel, es la consecuencia de esa idolatría y de la soberbia de Amasías, la que el mismo Joás discierne (v. 10). Si nos atribuimos el mérito de la victoria, Dios permitirá que perdamos la siguiente batalla, para enseñarnos a contar solo con él.

Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"