Hazael, rey de Siria, se propone subir contra Jerusalén. Pero Joás, en lugar de contar con Jehová, ¿qué hace? Obra igual que Asa en otros tiempos, en la decadencia de su reinado, cuando Baasa subió contra él (1 Reyes 15:17-18): renuncia a todas las cosas santas consagradas por sus padres y por él mismo al comienzo de su carrera y las entrega al rey de Siria. ¡Ay, cuántos han imitado a ese pobre rey! Al principio de su vida cristiana hicieron gozosos unos sacrificios. Consagraron y santificaron una cosa u otra para el servicio del Señor. Pero después sobrevino la oposición del mundo. Y al no estar dispuestos a enfrentarla por la fe, prefirieron arrojar todo por la borda. Es lo que el enemigo desea. De ahí en adelante los deja tranquilos. Sí, pero ¡a qué precio!
Después de haber empezado tan bien, la vida del pobre Joás termina trágicamente. Sus propios siervos lo asesinan. Amasías reina en su lugar, mientras que en Israel Joacaz reemplaza a Jehú. Joacaz es un rey malo. Pero se abre un paréntesis en el que brilla toda la gracia de Dios (v. 4-6). Da un salvador a su pueblo (compárese con Isaías 19:20). ¡Cuánto más grande es el Salvador a quien nos dio! (Lucas 2:11).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"