Azarías o Uzías, acerca del cual 2 Crónicas 26 nos dará muchos detalles más, después de cincuenta y dos años termina tristemente una carrera que había comenzado bien. Fue el mismo caso de su padre y de su abuelo. Acordémonos de que un buen principio en la vida cristiana no garantiza, a continuación ni hasta el fin, un andar feliz. No nos apoyemos nunca en nuestra fidelidad pasada o presente, sino en el Señor, quien es el único capaz de guardarnos sin caída (Judas 24).
Durante la larga vida de Azarías, Zacarías, cuarto y último descendiente de Jehú, luego Salum, Menahem, Pekaía y Peka ocupan uno tras otro el trono de Israel. “Hizo lo malo… no se apartó de…”, es el triste refrán que resume esos sucesivos reinados. Poco importa lo que la historia del mundo recuerde de ellos, lo que cuenta, como para toda vida humana –incluyendo la mía y la suya– es la apreciación divina.
Ellos establecieron reyes, pero no escogidos por mí
(Oseas 8:4).
En ese período final de la historia del reino de Israel es solemne ver cómo Jehová, cansado por tantas infidelidades, abandona el pueblo a su suerte (Oseas 4:17).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"