Esta carta se dirige a una iglesia que Pablo nunca había visitado (cap. 2:1). Colosas parece haber recibido el Evangelio por medio de Epafras, siervo de Dios al que aquí (v. 7-8) y en el capítulo 4:12-13 se da un notable testimonio. Según su costumbre, el apóstol destaca primeramente todo lo bueno que se distingue en los creyentes a quienes escribe. Inspirémonos en su ejemplo. La fe, la esperanza y el amor eran el triple y completo fruto producido por el Evangelio en Colosas (v. 4-5). Pero lo que alimenta a la fe, sostiene a la esperanza y renueva el amor es el conocimiento de Dios (v. 10). Por eso en su oración el apóstol pidió que los colosenses fuesen llenos de ese conocimiento. Era menester que su andar –y el nuestro– obedeciera a un doble motivo: frente a los demás, mostrarnos dignos de Aquel a quien confesamos pertenecer; y sobre todo frente al Señor, si le amamos, buscar agradarle en todo. Veamos finalmente en el versículo 11 para qué se requiere toda la fortaleza del Señor. No para tal o cual combate espectacular, ni aun para anunciar el Evangelio, sino simplemente para tener la paciencia y la longanimidad… con gozo. Son victorias que tenemos la oportunidad de lograr todos los días.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"