Mientras el arca evoca a Cristo, por medio de quien fueron perfectamente mantenidos los derechos de Dios, la mesa representa a Cristo llevando continuamente a los suyos ante la presencia de Dios. De la misma composición que el arca (madera de acacia cubierta de oro), con una cornisa y una moldura –las que respectivamente hablan de gloria y protección–, la mesa estaba destinada a llevar, en primer lugar, los doce panes de la proposición (Levítico 24:5-6), imagen de la totalidad del pueblo de Dios, y luego los utensilios de oro puro del versículo 29, dándonos seguridad de que Cristo nos sustenta en nuestro servicio (Marcos 16:20). De una manera simbólica, todo el pueblo de Dios está ahí, en el santuario, llevado por el Señor y mantenido por Él en la luz de Dios. Eso nos lleva al candelero de oro puro, emblema de Aquel que fue “la luz del mundo”. El candelero tenía siete lámparas de oro, figura del testimonio según Dios que corresponde hoy a la Asamblea (Apocalipsis 1:12, 20). Esta es responsable de alumbrar durante la noche de este mundo por medio de la energía del Espíritu Santo (el aceite).
Vosotros sois la luz del mundo,
(Mateo 5:14)
dijo Jesús a los suyos durante el tiempo de su ausencia. Pero, para mantener el resplandor de las lámparas, es necesario el empleo de despabiladeras (v. 38), imagen de los continuos cuidados de nuestro Sumo Sacerdote.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"