Con nuestro capítulo empiezan las instrucciones respecto al culto. El tabernáculo, “figura y sombra de las cosas celestiales” (Hebreos 8:5) nos presenta con todo detalle, bajo forma de símbolos, las condiciones en las que: 1) el Dios santo puede permanecer en medio de los suyos; y 2) nosotros, que somos pecadores, podemos acercarnos a ese Dios santo. Trata las verdades básicas de nuestra salvación y el lugar que ocupan en el orden divino.
Cuando queremos describir una casa, no empezamos por los muebles. Aquí, sin embargo, el arca ocupa el primer lugar porque ella representa a Cristo, centro de todos los consejos de Dios. Ella era de madera de acacia (árbol de suelos áridos, incorruptible, figura de la humanidad de Cristo – Isaías 53:2) recubierta de oro, emblema de Su deidad. El propiciatorio de oro puro que servía de cubierta al arca nos habla de un Dios hecho propicio, satisfecho por la sangre que era presentada (leer Romanos 3:25), quien puede aceptar al pecador en su presencia (v. 22). En cuanto a los “querubines de gloria”, cuyos rostros estaban vueltos hacia el propiciatorio (Hebreos 9:5), nos hablan de los profundos y divinos misterios que allí se encuentran, “cosas en las cuales anhelan mirar los ángeles” (1 Pedro 1:12).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"