¿En qué consistía la gravedad de aquel retorno a la ley? ¿Por qué Pablo lo toma tan a pecho hasta el punto que va a reprochar públicamente a Pedro su actitud equívoca? (v. 11-14). Porque el hecho de alentar a los creyentes a judaizar y a hacer obras quería decir que la obra de Jesús no era suficiente. Es lo que parecen pensar aún innumerables cristianos. Reconocen, en principio, el valor expiatorio del sacrificio de Cristo, pero al mismo tiempo fundamentan su salvación en sus propias obras y la práctica de la religión. «Hacen lo que pueden», como dice la expresión, y cuentan con Dios para el resto. Les replicaremos con el versículo 16:
El hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo.
¿Un medio tan simple? ¡Sí, pero proporcionado por una persona tan grande! Es “el Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí” (v. 20). ¿Qué parte me corresponde en esta obra? La que puede tener un muerto, es decir, ninguna. Como estoy crucificado con Cristo, estoy liberado de la ley; “ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí”. Amigo lector, a quien el Señor ama, ¿puede verdaderamente apropiarse de esas dichosas declaraciones?
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"