El relato que Pablo hace de las circunstancias de su apostolado completa lo que sabemos de él por medio del libro de los Hechos. El Señor había confiado a Pedro la predicación del Evangelio a los judíos, mas Pablo había sido elegido para predicar ese mismo Evangelio a las naciones (gentiles) (v. 8). Su encuentro con los demás apóstoles no podía, pues, anular un llamamiento recibido del Señor. Pero sí, tomó tan a pecho la recomendación que ellos le hicieron de que se acordara de los pobres que esto llegó a ser, indirectamente, el motivo de su encarcelamiento en Jerusalén (Hechos 24:17). ¿Qué nos enseñan esas relaciones de los apóstoles entre sí? Que debemos estimar el servicio de los demás y velar para no excedernos en el nuestro, sino cumplirlo sin desfallecer y sin hacer “acepción de personas” (v. 6).
El libro de los Hechos confirma hasta qué punto los primeros cristianos de origen judío habían tenido dificultad para desligarse de los mandamientos: circuncisión y observancia de la ley. En Jerusalén había tenido lugar una conferencia para tratar esas cuestiones (Hechos 15). Pero Satanás no renuncia gustoso a un arma de la cual ya se ha valido con éxito. A su vez los gálatas, aunque no eran judíos, habían caído en esa trampa, y Pablo se esfuerza en mostrarles el terrible peligro que eso conlleva.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"