En una sola voz, los cuatrocientos profetas anuncian al rey lo que él desea. ¿Qué riesgo corren? Si Acab gana la guerra, su predicción se cumplirá. Y si no vuelve, no podrá hacerles reproches. Al lado de estos profetas mentirosos, un único profeta de Jehová, el fiel Micaías, da a conocer valientemente la verdad y va a sufrir a causa de ello. Como el capítulo 18, este nos pone en guardia contra un peligro: el de juzgar si una cosa es buena o mala según el número de personas que la practican. Hoy, como en los días de Acab, los hombres se amontonan
Maestros conforme a sus propias concupiscencias
(2 Timoteo 4:3).
En particular, no les gusta oír hablar de un juicio eterno, y hallan a predicadores que, para tranquilizarlos, les prometen que al final todo irá bien. Pero, tarde o temprano, Dios confundirá a todos los mentirosos. Su palabra es verdad (Juan 17:17).
La falta de valentía moral por poco le costó la vida a Josafat. Siguió a Acab, temiendo disgustarlo. Y este, cobardemente, procuró atraer sobre el rey de Judá la atención y los esfuerzos del enemigo. Pero su ardid no podía engañar a Jehová, quien tenía puesta la mirada sobre uno de los reyes para salvarlo, y sobre el otro para cumplir su infalible juicio (véase Salmo 7:12-13).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"