Mientras la sequía y el hambre causaban estragos, Acab había hecho lo imposible para encontrar al profeta, a quien acusa por la desdicha de Israel.
¿Eres tú –le dice– el que turbas a Israel?
(v. 17).
¡Qué inconsciencia! «Eres tú –contesta Elías–, junto con tu familia, quien atrajo este castigo por tus pecados».
Así razonan los hombres de este mundo… y, a veces, ¡quizá nosotros también! Cuando Dios nos envía una prueba, antes de examinarnos personalmente, nos apresuramos a acusar a otros y a hacerlos responsables de lo que nos ocurre.
En respuesta al pedido de Elías, el rey junta a todo Israel con los falsos profetas en el monte Carmelo. Ha llegado el momento de hablar firmemente al pueblo y colocarlo ante la elección. “¿Hasta cuándo claudicaréis vosotros entre dos pensamientos?” (v. 21). Más tarde, en otra montaña, Jesús hablará de la misma manera a las multitudes de Israel: “Ninguno puede servir a dos señores” (Mateo 6:24).
Lector que todavía no haya escogido, permítanos repetir para usted la pregunta de Elías: «¿Hasta cuándo claudicará usted entre dos pensamientos… entre dos señores?».
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"