Debía ser un grandioso espectáculo contemplar al gran rey Salomón, cubierto con preciosas y magníficas vestiduras, sentado en su trono de marfil y oro. Y, sin embargo, el Señor Jesús, invitándonos a considerar los lirios del campo, afirma que
Ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos
(Mateo 6:29).
Estemos convencidos de que la obra más hermosa del hombre nunca alcanzará la más modesta del Creador.
El Salmo 72, compuesto “para Salomón”, describe ese reinado de justicia (v. 1-4), de paz (v. 7), de poder (v. 8-11), de gracia (v. 12-14), de prosperidad (v. 16) y de bendición (v. 17). “Los reyes de Sabá y de Seba ofrecerán dones… y se le dará del oro de Sabá (v. 10, 15). Y en nuestro capítulo 10, muchos detalles ilustran la riqueza, la sabiduría y el poder de este hijo de David, reinando con justicia en Jerusalén. Comprendemos que aquí, en figura, también hay “más que Salomón”. Centro de gloria y fuente de bendición para todos los pueblos, este brillante reinado solo es una débil imagen del próximo dominio universal de nuestro Señor Jesucristo. Pero los suyos no esperan a que llegue ese glorioso porvenir para reconocer los derechos que él adquirió sobre sus corazones.Forma parte del comentario bíblico
"Cada Día las Escrituras"