El tema de la primera epístola a los Corintios es la Iglesia (o Asamblea). La segunda nos habla del ministerio o servicio cristiano. En ella encontramos los sentimientos, las súplicas, las fatigas, las penas morales y físicas del siervo del Señor. Pablo no era más que un débil instrumento; pero no deseaba una mejor porción que la de su Señor en la tierra. Cristo había vivido aquí abajo en la humillación, había sido “crucificado en debilidad”; pero ahora vive resucitado por el poder de Dios (v. 4).
Al terminar su epístola, Pablo dirige una última oración a Dios a favor de sus amados corintios. Ésta se resume en una palabra: su “perfección”. Pero al mismo tiempo los exhorta: “perfeccionaos” (v. 11). Porque pedir la ayuda del Señor no dispensa de aplicarse con celo a hacer progresos en el andar y el servicio cristianos.
“Tened gozo”, les dice aun, “consolaos, sed de un mismo sentir, y vivid en paz” (v. 11). Que cada uno de nuestros lectores se apropie de estas exhortaciones y goce de la promesa que está ligada a ellas. Sí, que “la gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros. Amén” (v. 14).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"