Estas arremetidas contra el ministerio de Pablo brindan al Espíritu Santo la oportunidad de darnos una idea más clara de sus trabajos y fatigas. Sí, él era ministro de Cristo y podía enumerar las pruebas de ello: una larga lista de sufrimientos soportados a causa del Evangelio. Los versículos 23 a 28, y 31, 32 nos muestran en qué consistía lo que el apóstol llama su “leve tribulación momentánea” en el capítulo 4:17.
Pero, ¿cuál era el divino recurso que le sostenía para soportar esas cosas excepcionales? “Un eterno peso de gloria” estaba constantemente en su pensamiento: Cristo glorificado, su eterna remuneración.
Queridos amigos, retengamos este secreto: Cuanto más dediquemos nuestros pensamientos al Señor, tanto menos tiempo nos quedará para pensar en nuestras pequeñas dificultades (¿y qué son ellas al lado de las tribulaciones del gran apóstol?). Cuanto más pese el eterno amor divino en la balanza de nuestros corazones, tanto menos importancia tendrán las circunstancias momentáneas y menos nos agobiarán. Sin embargo, existe una cosa que nunca nos apremiará demasiado:
La preocupación por las iglesias (v. 28).
Ésta se manifiesta, en primer lugar, mediante las oraciones. ¡Que el Señor nos dé amor por su amada Iglesia y por cada uno de sus miembros!
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"