Barzilai era uno de esos hombres abnegados; el fin del capítulo 17 nos lo muestra empleando para el pueblo las riquezas de las cuales dispone (véase 1 Timoteo 6:17-18). David no lo olvidó. Y el gran Rey que vendrá en gloria también se acordará de “los benditos” de su Padre. En el día de las recompensas podrá decirles:
Tuve hambre, y me disteis de comer
(Mateo 25:34-35).
Lleno de delicadeza, Barzilai no quiere ser una carga para el rey, pero le confía a su hijo Quimam. Es el más preciado deseo de los padres cristianos ver a sus hijos seguir al Señor, para que él se haga cargo de ellos y los bendiga. Y David promete a Barzilai: “Todo lo que tú pidieres de mí, yo lo haré” (v. 38). En Juan 14:14 el Señor dice a los suyos: “Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré”.
David vuelve a pasar el Jordán. Va a gozar nuevamente de Canaán, imagen del cielo, del cual había sido privado algún tiempo a causa de su pecado.
Para el hijo de Dios es lo mismo. Toda falta lo priva del presente gozo del cielo, y es necesario que vuelva a recorrer las etapas del camino, pasar “el Jordán” (la muerte), detenerse en Gilgal (el juicio de sí mismo) para volver a hallar la feliz comunión con el Señor.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"