Aquí vemos cómo David, victorioso, se comporta con los que no lo siguieron. El acusador Simei viene a implorar el perdón del rey. Este se lo otorga, aunque pueda dudar de la sinceridad de ese arrepentimiento. Luego es el turno de Mefi-boset. Siba lo había acusado de malevolencia para con David (cap. 16:3). ¿Nunca nos ocurre que, para darnos importancia, inculpamos a los demás de malas intenciones y los acusamos injustamente? Esto lleva el nombre de calumnia (v. 27).
Mefi-boset mostró su apego al verdadero rey, haciendo duelo públicamente durante su ausencia (v. 24). ¿Cómo podría haberse regocijado mientras su señor y bienhechor era desconocido y rechazado? Pensamos en lo que Jesús dijo a sus discípulos en el momento de dejarlos:
Todavía un poco y no me veréis, y de nuevo un poco y me veréis… pero aunque vosotros estéis tristes, vuestra tristeza se convertirá en gozo
(Juan 16:19-20; véase Marcos 2:20).
Ahora el gozo de Mefi-boset le hace superar todas las injusticias. Sin remordimiento puede abandonar todos sus bienes. La presencia del rey le basta (v. 30). Por otra parte, ¿qué más necesita si come a su mesa?
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"