Hasta el versículo 16, el cántico de los hijos de Israel celebra lo que Jehová acaba de hacer por su pueblo. Los versículos 17 y 18 proclaman lo que hará. Los frutos de la victoria son vistos por fe: Dios se ha preparado: 1) una heredad; 2) una habitación; 3) un santuario; 4) un reino. En su primera epístola, Pedro nos muestra la nueva forma que toman esas bendiciones bajo la dispensación cristiana (leer 1 Pedro 1:4; 2:5, 9).
El pueblo, ya redimido, está en camino hacia la tierra prometida. Del mismo modo, nuestra carrera cristiana comienza con la conversión y su meta es la gloria. Pero, entre ambos extremos están las experiencias del desierto. La primera de esas grandes lecciones es Mara. Al igual que esas aguas amargas, el Señor permite que en nuestro camino encontremos circunstancias penosas y decepcionantes. Pero, desde el momento en que comprendemos que esas contrariedades son permitidas para nuestro bien, en cuanto nos apropiamos del poder de la cruz de Cristo, sin que esas circunstancias hayan cambiado, dejan de tener un gusto amargo, e incluso encontramos felicidad y consuelo (leer Romanos 5:3…; 2 Corintios 12:9). Entonces estamos en condiciones de apreciar lo que es Elim, ese lugar de refrigerio y reposo, imagen de la reunión de los creyentes en el lugar en que Dios da la bendición (Salmo 133:3).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"