Israel creía haber terminado con sus enemigos, los egipcios. Pero estos, llevados por una energía de error, se recuperan y empiezan la persecución contra el pueblo. Este último parece haber caído en una trampa. Delante está el Mar Rojo; detrás viene Faraón con sus carros y capitanes. ¡Qué terror, qué grito de desamparo! Pero el pueblo debe aprender que para Jehová no existe dificultad demasiado grande. Al contrario, cuanto más intensa es la dificultad, más ocasión tiene Dios de hacer admirar su poder.
¡Qué lección para nosotros también! Cuando se presenta un obstáculo, una prueba que parece no tener salida, ¿cómo reaccionamos? Frecuentemente con inquietud o agitación. Pero, ¿qué dice Moisés a Israel? Comienza por tranquilizarlos: “No temáis”, y seguidamente les anuncia la liberación:
Jehová peleará por vosotros…
Al final les da instrucciones fáciles de seguir –pero que a veces nos resultan muy difíciles–:
Estad firmes… vosotros estaréis tranquilos.
(v. 13-14)
Permanecer tranquilo significa no hacer nada y a la vez guardar su espíritu de toda agitación. Este combate no concernía al pueblo; era entre Jehová y los egipcios. Aquel que había puesto a su pueblo fuera de la acción del ángel destructor, ¿no sería capaz, con mayor razón, de liberarlo de la mano de los hombres?
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"