La comunión con Dios, bendita porción del creyente, rechaza toda participación en la idolatría, incluso en sus formas más refinadas. Esa comunión se expresa de modo especial en la Mesa del Señor. Todos los que participan de la copa y del pan son, en principio, redimidos del Señor; pero de lejos no son todos los redimidos del Señor. Sin embargo, por la fe los vemos a todos representados en un pan (un solo pan), señal visible de que existe un solo cuerpo. Simboliza esa unidad de la Iglesia que el mundo religioso pretende querer realizar… ¡mientras que ya existe!
Si no busco mi propio interés, ¡cuántos momentos tendré disponibles para los intereses de los demás, es decir, para los de Jesucristo! (v. 33; comp. Filipenses 2:21: “Porque todos buscan lo suyo propio, no lo que es de Cristo Jesús”). Buscar el interés de mi hermano no es solo cuidar de su bienestar, sino también pensar en su conciencia; es hacer ciertas cosas por él y abstenerse de hacer otras. Así seré llevado a hacerme siempre las mismas preguntas: «En esta ocasión, ¿tengo la libertad de dar gracias? Lo que hago en este momento, incluso simplemente comer y beber, ¿es o no para la gloria de Dios?» (comp. el v. 31 en contraste con el v. 7).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"