Conmovedora figura del Señor Jesús presente en la casa del creyente, el arca quedó tres meses en casa de Obed-edom, trayendo la bendición a ese hombre y a su familia, lo que no tardó en saberse (v. 12). Si vivimos cerca del Señor, los que nos conocen no dejarán de percibirlo. Y ellos también querrán gozar de las bendiciones que él nos otorga.
Ahora David, después de haber aprendido la lección de Dios, obra según Su pensamiento: el arca es llevada por los levitas que se han santificado; y él mismo, habiéndose despojado de su majestad real, expresa su gozo danzando delante de ella. El Evangelio ya no nos muestra el arca, sino a Jesús en persona, haciendo su entrada en la misma ciudad de Jerusalén en medio de la alegría de los que le aclaman (Mateo 21:9).
Después de dar seis pasos se ofrece el sacrificio. Hace pensar en el andar y en el culto del cristiano. El uno y el otro provocan el desprecio de los incrédulos, de quienes Mical es una triste imagen. El mundo ama lo que es elevado y brillante. Pero el creyente es dichoso al humillarse y aun al hacerse “más vil” (v. 22), para que las miradas se desvíen de él y se fijen solo en Jesús (comp. Juan 3:30).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"