Cuando los caminos del hombre son agradables a Jehová, aun a sus enemigos hace estar en paz con él
(Proverbios 16:7).
Estas palabras se vuelven reales para David. Y ya que él habita una hermosa casa de cedro, no quiere dejar el arca en una simple tienda. ¡Qué lindo detalle de su parte! Aquellos creyentes que tienen una vida bien asegurada y confortable nunca deberían olvidar que su Señor atravesó este mundo como un divino viajero, sin un lugar donde recostar su cabeza.
David se propone construir una casa digna de Jehová. Pero, escuchemos lo que Dios le dice, en sustancia, por boca de Natán: «Voluntariamente tomé ese carácter de viajero para compartir en gracia la suerte de mi pueblo. Y el momento de mi descanso todavía no ha llegado. Pero lo que tú no puedes hacer, uno de tus descendientes lo hará».
Se trata primero de Salomón, hijo de David, quien edificará el templo. Pero el versículo 14, citado en Hebreos 1:5, prueba que ese Rey, Hijo de David, es proféticamente Jesús, el Hijo de Dios. Solo de él se puede decir que su reino será para siempre. Las bendiciones individuales (v. 8-9) o colectivas (v. 10) tienen su fuente en esa incomparable Persona.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"