Admiramos la fe y dependencia desplegadas por David en muchas circunstancias (y aún en los versículos 19 y 23, para luchar contra los filisteos). Lastimosamente su vida familiar está lejos de alcanzar el mismo nivel. Pese a la ordenanza de Jehová, especialmente dirigida a los reyes (Deuteronomio 17:17), David toma muchas mujeres, primero en Hebrón, luego en Jerusalén. Si hubiese tenido por esposa solo a la fiel Abigail –cuyo nombre significa la alegría del padre, y que es una figura de la Iglesia–, no leeríamos tres nombres que llegan a ser la fuente de tantas penas para él: Amnón, Absalón y Adonías (cap. 3:2-4).
Siguiendo las instrucciones de Jehová, es como la guerra contra los filisteos puede volver a ser victoriosa. Antes de la segunda batalla, David habría podido decir: ¡Hagamos como la primera vez, ya que nos fue bien! Pero notemos que, al contrario, consulta otra vez a Jehová. Lo hace con mucha razón, y la respuesta es muy diferente. Asimismo, desconfiemos de nuestra propia sabiduría; pidamos siempre al Señor sus directivas para que también podamos obtener las victorias que Dios preparó para nosotros.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"