Dios hace que todo comience el día de la redención (cap. 12:2; 1 Reyes 6:1). Instituye la pascua como un estatuto perpetuo. El pensamiento del enemigo a propósito del Cordero es “que no haya más memoria de su nombre” (Jeremías 11:19). Pero Dios, para quien la obra de su Hijo tiene gran precio, vela para que ese recuerdo sea perpetuado. “Es noche de guardar”, proclama Él (v. 42), y más adelante:
Tened memoria de este día.
(cap. 13:3)
El Señor Jesús, sustituyendo con el memorial de la Cena al de la Pascua, ha invitado a los suyos a hacer esto en memoria de Él (1 Corintios 11:24-25). ¿Ha respondido usted a ese deseo del Señor?
En el capítulo 13 Jehová proclama sus derechos sobre el alma que acaba de redimir (cap. 12). Ciertos creyentes, particularmente hijos de padres cristianos, se contentan con su salvación y no tienen en cuenta la consagración que debe seguirle. Pero la misma voz que ha dicho: “Veré la sangre y pasaré de vosotros” (cap. 12:13), ordena ahora:
Conságrame todo primogénito… Mío es.
(cap. 13:2)
A la fiesta de la Pascua estaba estrechamente asociada la de los panes sin levadura. Esto nos muestra que, para un hijo de Dios, estar puesto al abrigo que ofrece la sangre de Cristo y la necesidad de una vida santa son dos verdades inseparables (leer también Tito 2:14).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"