Jonatán se ha apegado mucho a David. Ahora ha llegado el momento en que debe dar testimonio ante su padre a favor de su amigo.
Si amamos al Señor Jesús, no nos avergonzaremos de hablar de él, en primer lugar, ante nuestra familia. Sin temor confesaremos a Aquel que es sin pecado, el que hirió al gran enemigo y por quien Dios obró una maravillosa liberación (comp. v. 4-5).
En respuesta a la intervención de Jonatán, Saúl jura en nombre de Jehová que no hará morir a David, ¡promesa que pronto se desvanece! En el mismo momento en que David está ocupado en aliviar al rey, este renueva su criminal acción. ¡Cuán grande es la ingratitud del corazón humano y, muy especialmente, hacia su Salvador de quien David es una imagen! (Salmo 109:4-5). Luego, el miserable rey, dominado por los celos, persigue a su propio yerno hasta su casa y en su cama (véase el título del Salmo 59). Mical protege a su marido, pero no lo hace como su hermano Jonatán por medio de una valiente confesión: emplea la mentira y el disimulo.
David huye por la ventana. En Damasco, Pablo, objeto del odio de los judíos, escapa por el mismo medio (Hechos 9:25; 2 Corintios 11:32-33).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"