Sansón es un hombre lleno de contrastes: físicamente muy fuerte, moralmente débil, acostumbrado a ceder a todos sus caprichos. Exteriormente, es apartado para Jehová; su larga cabellera lo muestra. Pero interiormente, su corazón está dividido. La prueba de ello es que ama a una enemiga de su pueblo. Preguntémonos si lo que manifestamos exteriormente corresponde realmente al estado de nuestro corazón. Es cierto que el ejercicio corporal es útil; sin embargo, lo que tiene valor para el Señor, no son las proezas deportivas que estimulan el orgullo, sino las secretas victorias sobre nuestras codicias. Por medio de su cabello sin cortar, una joven creyente muestra exteriormente su obediencia. ¡Pero es necesario que esa obediencia se cumpla igualmente en el corazón!
Regocijémonos al encontrar en nuestra lectura también una imagen del que
Quebrantó las puertas de bronce, y desmenuzó los cerrojos de hierro
(Salmo 107:16).
Sansón, al arrancar y llevar sobre sus poderosos hombros las puertas de Gaza, nos hace pensar en Cristo, quien quebrantó las ataduras de la muerte y libró así “a todos los que por el temor de la muerte estaban… sujetos a servidumbre” (Hebreos 2:15). Luego resucitó con poder, con las llaves de la muerte y del Hades (Apocalipsis 1:18).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"