Una cueva, una quijada de asno, una cuenca

Jueces 15:9-20

Israel ha caído muy bajo. En absoluto sufre a causa de la dominación de los filisteos, sino que le molesta el libertador que Dios le dio. Los hombres de Judá suben con el propósito de atar a Sansón y deshacerse de él. Le dicen: “¿No sabes tú que los filisteos dominan sobre nosotros?”. Eso es como de­cir: «Estamos satisfechos de como están las cosas. ¿Por qué nos traes dificultades?».

Pero esto brinda una oportunidad a Sansón: rompe las cuerdas nuevas y, por su propia mano, consigue una brillante victoria. Como la aguijada de Samgar (cap. 3:31), la quijada de asno es un arma despreciable, lo cual hace resaltar que la victoria viene solo de Dios.

Una vez terminado el combate, Sansón hace la ex­periencia de que le hace falta el agua que Dios da. En respuesta a su oración, ella brota de la cuenca (o peña), esa roca que nos habla siempre de Cristo (1 Corintios 10:4). Asimismo, si se lo pedimos, Dios nos dará los frescos y vivificantes recursos de su Palabra que el Espíritu adapta a nuestras necesidades.

La victoria sobre el león había procurado a Sansón alimento; después de esta, Dios le da de beber. Las victorias que el Señor nos otorgue, si confiamos en él, siempre serán la ocasión para fortalecer y refrescar nuestras almas, gozando de Su amor.

Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"