Nos encontramos de nuevo ante un capítulo con carácter profético. En las últimas palabras de Jacob a sus hijos, toda la historia del pueblo de Israel se encuentra trazada y resumida de antemano. Bajo el gobierno de los jueces y los reyes, Israel se corrompió, tal como lo hizo Rubén (cap. 35:22); abandonó a Jehová para ir tras los ídolos. Después, como Simeón y Leví en el capítulo 34, la violencia se manifestó al rechazar a los profetas y al mismo Mesías, provocando la dispersión del pueblo judío entre las naciones. Cristo es representado por Judá, su tribu de nacimiento. A Él pertenecen el cetro del reino y el poder. Luego encontramos a Israel dispersado bajo el juicio de Dios, desplegando una actividad comercial y al mismo tiempo estando bajo el yugo de las naciones. Es el período actual, personificado por Zabulón e Isacar. En cuanto a Dan, representa al Anticristo, personaje judío que en un futuro próximo será recibido por Israel como su Mesías. “Serpiente junto al camino”, figura terrible de las potencias satánicas que obrarán entonces sin moderación. Ante esta horrorosa perspectiva, el residuo fiel no podrá contar más que con la liberación de lo alto:
Tu salvación esperé, oh Jehová.
(v. 18)
Esta esperanza es el tema de los Salmos 130 y 131. Y nosotros, ¿estamos esperando al Señor?
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"