El Génesis contiene todos los grandes acontecimientos relativos a la familia humana: nacimiento, boda, pérdida de una esposa, de una madre, de un padre, y nos muestra la fe en actividad para atravesarlos. El fin de Jacob es muy hermoso. El buen país de Gosén, donde había pasado los últimos diecisiete años de su vida, no le había hecho olvidar el de Canaán ni las promesas que Jehová le había hecho en Beerseba (cap. 46:4). Y mostró a sus hijos el precio que le atribuía al darles órdenes formales para su sepultura. Debía reposar en la cueva de Macpela, donde los miembros de la familia de la fe esperan el día de la resurrección. El precio fue pagado en otro tiempo para asegurarle el derecho.
Los funerales del patriarca se realizan con gran solemnidad. De una manera general, en el Antiguo Testamento vemos que el entierro de un hombre corresponde a su fidelidad. La sepultura de Joiada y la de Ezequías también honraron la piedad de ellos (2 Crónicas 24:16; 32:33). Hoy día, el hecho de que un creyente deje este mundo no da lugar a grandes ceremonias. Para el hijo de Dios, la muerte ha perdido su terrible poder; esta es asimilada a un simple sueño que terminará con la resurrección (1 Tesalonicenses 4:13-14). Pero, si bien la muerte ha perdido su aguijón, jamás olvidemos lo que le costó a su Vencedor.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"