La venida del Señor
«Creemos que se ha oído el grito de medianoche: “¡Aquí viene el Esposo; salid a recibirle!” (Mateo 25:6). Reconocemos el resultado de aquel grito por la gran atención que, desde los años 1830 aproximadamente, se le ha dado a la gloriosa verdad de la venida del Señor. Durante siglos, no se oyó nada sobre el retorno del Esposo. “Mi señor tarda en venir” (Mateo 24:48), fue lo que claramente expresó la Iglesia profesante. La cristiandad estaba dormida. Pero, por la gracia de Dios, se oyó el grito –ese grito que conmueve el alma–: “¡Aquí viene el Esposo; salid a recibirle!”. ¿Estamos preparados? ¿Tenemos el aceite en nuestras vasijas –la verdadera gracia del Espíritu de Dios en nuestros corazones–? ¡Solemne pregunta!
La venida del Señor
Hoy más que nunca el Señor Jesucristo está a punto de volver, su regreso es inminente. Muchas personas están preocupadas, persuadidas de que algo grave debe acontecer pronto. Pero los burladores y escarnecedores de los últimos tiempos repiten: “¿Dónde está la promesa de su advenimiento (venida)? Porque desde el día en que los padres durmieron, todas las cosas permanecen así como desde el principio de la creación” (2 Pedro 3:4). Y el siervo malo dice: “Mi Señor tarda en venir” (Mateo 24:48); sin embargo, cierto es que “el que ha de venir vendrá, y no tardará” (Hebreos 10:37). “Por tanto… vosotros estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis” (Mateo 24:44). Estamos seguros de que existe, entre los que son del Señor, una creciente convicción –basada en la Palabra de Dios– de que Cristo volverá pronto para arrebatar a su querida Esposa, es decir, para llevarse a todas las personas redimidas por su preciosa sangre e introducirlas en la “casa del Padre”, donde hay muchas moradas.
La venida de Cristo – Sus glorias enumeradas
Isaías 9:1-21
El capítulo 8 terminaba con “tinieblas”. Israel andaba en ellas como ciego y a tientas (v. 2). Pero, he aquí que, ante sus pasos, va a resplandecer “una gran luz”.
¿Cómo esperar su venida?
Malaquías 3:13-18 – Malaquías 4:1-6
Aquí nos presenta Dios a los pocos fieles, humildes y escondidos que iban a tener el honor de acoger a su Hijo en su venida a la tierra.
Nuestra norma y nuestra esperanza
Dos principios muy importantes, que se presentan en Apocalipsis 3:3 y 11, son profundamente interesantes, pero claros, simples, fáciles de captar y llenos de poder cuando se los comprende bien. Dos cosas distintivas caracterizan al vencedor: la primera es la verdad que nos ha sido comunicada; la segunda, la esperanza que está puesta delante de nosotros.
Convertidos para esperar a Cristo
Las últimas palabras de 1 Tesalonicenses 1 reclaman ahora nuestra atención. Proporcionan una prueba impresionante y contundente de la claridad, plenitud, profundidad y amplitud del testimonio del apóstol en Tesalónica, y también del esplendor y la autenticidad de la obra en los recién convertidos de aquel lugar. No solamente se volvieron de los ídolos para servir al Dios vivo y verdadero.
Las dos resurrecciones
Es posible que algunos de nuestros lectores se alarmen al leer el título de este artículo. Acostumbrados, desde la más tierna infancia, a considerar este tema mediante las pautas doctrinales y las confesiones de fe de la cristiandad, la idea de dos resurrecciones no se les habrá ocurrido jamás.