La progresiva revelación de Dios

La Trinidad

1.  Dios había declarado claramente a Israel por conducto de Moisés: “Jehová nuestro Dios, Jehová uno es” (Deuteronomio 6:4). Por eso el primer mandamiento de la ley precisaba: “No tendrás dioses ajenos delante de mí”. 1 Timoteo 2:5 afirma: “Dios es uno” (o “hay un solo Dios”)1 .

2.  Sin embargo, Dios se manifestó en tres personas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

En la primera página de la Palabra de Dios, como lo hemos visto, Elohim está en plural y el verbo que le sigue en singular, lo que ya implica esta Trinidad todavía misteriosa. Algunos ven una velada alusión a ello en la triple bendición de Números 6:24-26: primeramente la bendición del Padre; luego la luz y la gracia que serán traídas por el Hijo; y finalmente la gloria de Cristo revelada por el Espíritu (Juan 16:14) con la paz que es el fruto consiguiente (Gálatas 5:22).

Es preciso llegar al Nuevo Testamento y al bautismo administrado por Juan para que la Trinidad sea plenamente revelada. Jesús acude al Jordán y toma lugar, aunque no tenía pecado, con aquellos que confesaban los suyos. Para que no sea confundido con los que le rodean, la voz del Padre se hace oír: “Éste es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia”; y Jesús ve “al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él” (Mateo 3:16-17).

En el momento de dejar a los suyos, el Señor Jesús les envía a hacer discípulos a todas las naciones, bautizándolos “en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” (Mateo 28:19). Notemos que dice el nombre y no los nombres.

Y el apóstol terminará la segunda epístola a los Corintios escribiendo: “La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros”.

Lo que estaba velado en el Antiguo Testamento es plenamente revelado en el Nuevo. La fe acepta esta revelación tal como la Palabra nos la da, sin que podamos sondear completamente ese misterio (1 Corintios 13:12).

  • 1N. del E.: El autor transcribe de la versión bíblica en francés de J.N. Darby, cuya nota da la alternativa que aquí ponemos entre paréntesis.