La progresiva revelación de Dios

Apocalipsis 4:2-3 – Apocalipsis 5:7

El que “estaba sentado en el trono”

La más grande esperanza del creyente es la de ver al Señor Jesús “tal como es”; pero a menudo se pregunta: «¿Veremos a Dios?». En estos dos capítulos del Apocalipsis hay, sin embargo, personajes distintos: el que está sentado en el trono; el Cordero inmolado en medio del trono; los siete espíritus de Dios delante del trono. En los capítulos 2 y 3, al concluir las cartas a las siete asambleas, se repite que el que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Ésta es nuestra parte primordial en la tierra: oír. Pero, cuando Juan está “en espíritu”, desde el capítulo 4, ya no se trata de oír, sino de ver: “Y vi… y vi”.

¿Qué veremos en Aquel que está sentado en el trono? Él es semejante a una piedra de jaspe (4:3)1 . Ya no está en “la profunda oscuridad”, ni en “la luz inaccesible”. Sin embargo, no podremos sondear todo el misterio del Dios que es espíritu.

De la esposa, por el contrario, se dice: “Su fulgor era semejante al de una piedra preciosísima, como piedra de jaspe, diáfana como el cristal” (Apocalipsis 21:11), lo que implica transparencia.

En cuanto al Cordero divino, quien sigue siendo hombre en la gloria, como lo dice el apóstol, le veremos “tal como él es” (1 Juan 3:2).

  • 1Según Plinio (escritor romano que vivió desde el año 23 hasta el 79), la piedra así llamada en su tiempo era traslúcida, es decir, dejaba pasar la luz pero no permitía ver ninguna forma.