La inspiración de la Biblia
¿La Biblia es verdaderamente inspirada por Dios?
Sí. Un solo pasaje, entre muchos, basta para confirmar esta verdad (seguiremos tratando el tema más adelante): “Toda la Escritura es inspirada por Dios” (2 Timoteo 3:16).
¿Es importante el tema de la inspiración?
Absolutamente. Si la Biblia no hubiera sido inspirada por Dios, habría sido tan solo una obra literaria más, sin autoridad sobre los temas morales, prácticos y espirituales, y sin revelación de Dios.
Sin la inspiración divina no tendríamos la “Palabra de Dios”, y todas las enseñanzas bíblicas quedarían sin fundamento. Todas las doctrinas cristianas, ya sea con respecto a la persona y la obra del Señor, a la Iglesia, al Reino, a las profecías, etc., solo pueden ser sostenidas si el texto bíblico es confiable, es decir, si proviene directamente de Dios.
¿Qué significa exactamente la inspiración?
La palabra traducida «inspirada» en 2 Timoteo 3:16, significa literalmente «soplada». Las Escrituras son «sopladas por Dios», es decir, provienen directamente de él. Hallamos una ilustración muy útil al respecto en Hechos 1:16: “Era necesario que se cumpliese la Escritura en que el Espíritu Santo habló antes por boca de David”. Esto es inspiración: Dios habló por boca de un hombre elegido para tal propósito.
Los hombres que Dios eligió para escribir los libros de la Biblia actuaron “movidos o llevados adelante por el Espíritu Santo” (2 Pedro 1:21, traducción literal).
¿Tuvo alguna parte la personalidad del escritor en la redacción de la Biblia?
Sí, y una parte importante. El estilo del apóstol Juan (sencillo pero profundo) es diferente del de Pablo (racional y lógico), y este, a su vez, se distingue del de Pedro. Pablo había sido instruido por el famoso rabino Gamaliel. Pedro había sido un simple pescador de Galilea, sin educación formal. Sin embargo, Dios utilizó a ambos para llevar a cabo sus propósitos.
Dios también se valió, por ejemplo, de las aptitudes de Lucas, un médico, quien fue capaz de relatar los eventos del lado humano. En el Antiguo Testamento, Dios se valió de las experiencias de David para dar contenido a los Salmos que él escribiría, y su talento poético para que fueran más expresivos.
Entonces, ¿es la Biblia un libro humano y, por lo tanto, imperfecto?
De ninguna manera. El resultado final fue exactamente el que Dios buscaba. Cada palabra fue dada por él.
Si la Biblia contiene un elemento humano, ¿cómo puede ser a la vez la Palabra de Dios?
Pensemos en un escultor. Para hacer una estatua, por ejemplo, empleará diferentes herramientas e instrumentos. Al contemplar la obra terminada, podremos observar las marcas que dejaron dichas herramientas. Pero estas marcas están allí como resultado de la habilidad del escultor, quien seleccionó hábilmente los instrumentos adecuados a fin de obtener los resultados esperados.
De la misma manera, Dios eligió y utilizó las personalidades y las circunstancias de la vida de los diversos escritores para lograr el resultado que él quería.
¿Corrigió el Señor algo de lo que habían escrito los escritores del Antiguo Testamento?
De ninguna manera. El Señor citaba con frecuencia el Antiguo Testamento, pero nunca atribuyó al escritor la posibilidad de error. El hecho de que el Señor haya citado frecuentemente el Antiguo Testamento demuestra que para él era de absoluta autoridad (compárese con Mateo 4:4, 7, 10; 5:18; 21:16; 26:31, 54; Lucas 4:17-21; Juan 17:12). En Mateo 5:17, el Señor afirma lo siguiente: “No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir”.
Es cierto que muchos pasajes del Antiguo Testamento citados en el Nuevo siguen la traducción griega que existía en la época del Señor y los apóstoles –la versión de los Setenta o Septuaginta–, y esta traducción a veces difiere del original hebreo del Antiguo Testamento. Pero un estudio profundo del texto demuestra que las variaciones del mismo provienen de la voluntad divina (compárese Salmo 68:18 con Efesios 4:8 o Salmo 40:6 con Hebreos 10:5).
Los escritores, ¿entendían lo que escribían?
No necesariamente. Los profetas del Antiguo Testamento “que profetizaron de la gracia destinada a vosotros, inquirieron y diligentemente indagaron acerca de esta salvación, escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo, y las glorias que vendrían tras ellos” (1 Pedro 1:10-11). En cambio, los escritores del Nuevo Testamento, en general, entendían lo que escribían. Sin embargo, puede haber excepciones, como es el caso de algunos pasajes del Apocalipsis, en los cuales es posible que Juan no comprendía cabalmente el significado de sus visiones.
¿Inspiró Dios las palabras o simplemente los conceptos?
Dios dio las palabras. Pablo afirma que los apóstoles hablaron “palabras” enseñadas por el Espíritu (1 Corintios 2:13). Este principio regía en los primeros tiempos: Dios dijo del verdadero profeta: “Pondré mis palabras en su boca” (Deuteronomio 18:18-20). Moisés, al final del Deuteronomio, dice: “Estas son las palabras del pacto que Jehová mandó a Moisés” (cap. 29:1). Al final de su vida, David afirmó: “El Espíritu de Jehová ha hablado por mí, y su palabra ha estado en mi lengua” (2 Samuel 23:2). Léase también Esdras 7:11, Zacarías 7:12 y el último libro del Nuevo Testamento: Apocalipsis 22:18-19. Todos estos pasajes se refieren a las “palabras” que Dios habló. El Señor dijo: “Hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido” (Mateo 5:18). El hecho de que el Señor citara el Antiguo Testamento demuestra la absoluta confianza en los términos en que está escrito (véase, por ejemplo, Mateo 22:31-32, 43-44). En Gálatas 3:16 el apóstol Pablo señala que el texto de Génesis 22:18 dice “simiente” y no “simientes”. Basa su argumento en el hecho de que el término está en singular y no en plural, lo cual no deja lugar a dudas de que Pablo confiaba en la precisión verbal y la inspiración de las Escrituras.
¿Por qué es fundamental la inspiración verbal?
Porque la Biblia (y el lenguaje en general) se compone de palabras. Por lo tanto, si no confiamos en las palabras, no podemos confiar en nada. Un juez basa sus juicios en los términos de la ley. Un albacea –un ejecutor testamentario– deberá ceñirse a las palabras exactas del testamento para cumplir fielmente la voluntad del finado. Si las palabras fueran inciertas y dudosas, el sentido de las sentencias y las declaraciones perderían todo su valor.
¿Es inspirada toda la Biblia o solo las partes doctrinales?
Toda la Biblia. Algunos han traducido erróneamente el pasaje de 2 Timoteo 3:16 de la siguiente manera: «Toda la Escritura inspirada por Dios es útil». Pero la traducción correcta es la siguiente: “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil…”.
En 1 Corintios 2:13, Pablo afirma: “Hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu”. Al hablar en plural, está incluyendo a los demás apóstoles. Por otro lado, en 1 Timoteo 5:18 leemos: “Pues la Escritura dice”. Esta expresión está seguida por dos citas, una del Deuteronomio y otra de Lucas. Esto implica que ambas son consideradas parte de “la Escritura”. De igual manera, Pedro se refiere a los escritos de Pablo juntamente con “las otras Escrituras” (2 Pedro 3:16), lo cual implica que los escritos del apóstol Pablo también son inspirados.
¿Afirma la Biblia que ella es la Palabra de Dios?
Por supuesto que sí. La frase “Así dice el Señor”, y otras similares, aparecen cerca de 700 veces solo en el Pentateuco. Además se encuentra
• 400 veces en los libros históricos,
• cerca de 400 veces en los profetas.
• Solo en el libro del profeta Isaías ¡aparece unas 150 veces!
En el libro de Ezequiel encontramos expresiones tales como “Vino a mí palabra de Jehová, diciendo”, y otras similares, aproximadamente unas 350 veces.
Finalmente, en el Nuevo Testamento, hallamos la expresión “escrito está” unas 80 veces. Ningún otro libro reclama el derecho de ser la Palabra de Dios.
¿Qué es exactamente lo inspirado: los escritos originales, las copias manuscritas o las diferentes traducciones?
Los escritos originales, es decir, los textos tal como fueron escritos por Moisés, David, Pablo y los demás escritores.
¿No contienen muchos errores las copias de los manuscritos originales?
Los escritos originales del Antiguo Testamento fueron copiados en manuscritos con minuciosa precisión. Se emplearon varias técnicas para mantener la fidelidad del original; por ejemplo, contaban cuántas veces aparecía cada letra y verificaban que en la copia aparecieran la misma cantidad de veces que en el original. Si esto no correspondía, copiaban el texto otra vez y repetían el proceso de verificación.
Abundan las pruebas a favor de la fidelidad en la transmisión. Hasta el año 1947, los manuscritos más antiguos que se conocían del Antiguo Testamento eran de unos mil años después de Cristo. Los críticos de la Biblia alegaban que tales manuscritos no podían ser copias fieles puesto que ya habían transcurrido muchos siglos. Los famosos rollos de Qumrán (o manuscritos del Mar Muerto), descubiertos en 1947, probaron que tales críticos estaban equivocados. En las cuevas de Qumrán se hallaron copias de todos los libros del Antiguo Testamento (excepto Ester) cuyas fechas oscilarían entre los años 100-200 a. C. Una cuidadosa comparación mostró que dichos manuscritos eran idénticos a los que habían sido descubiertos mucho tiempo después, alrededor del año 1000 d. C.
Es cierto que existen diferencias entre los manuscritos del Nuevo Testamento, pero ninguna de ellas afecta los fundamentos de la doctrina cristiana. Ningún otro libro con la antigüedad de la Biblia cuenta con la evidencia de tantos manuscritos confiables1 , ni tan cercanos al original: algunos fragmentos de papiros del Nuevo Testamento datan del año 150 d. C.
- 1Existen diez manuscritos de la obra «Guerra de las Galias» de Cayo Julio César, de los cuales solo uno es del historiador romano Tácito, mientras que la Biblia cuenta con 5.500 manuscritos.
¿No tienen muchas imprecisiones las traducciones?
Algunas de ellas, sí. No conviene utilizar aquellas versiones que parafrasean la Biblia, ni aquellas que buscan rectificar los conceptos bíblicos porque los traductores no están de acuerdo con ciertas afirmaciones o encuentran que la Palabra de Dios no se conforma a sus prejuicios o a sus criterios meramente humanos. Lo adecuado es utilizar una versión que sea lo más exacta posible al texto original.
Entonces, una Biblia en castellano, ¿es la Palabra inspirada de Dios?
Notemos que el Señor y los escritores del Nuevo Testamento también utilizaban una traducción, a saber, la Septuaginta, la traducción al griego del Antiguo Testamento hebreo, y ellos citaban esta versión, diciendo “escrito está”. Por lo tanto, bien podemos confiar en una buena traducción de la Biblia y considerarla la Palabra de Dios.
¿Declaró el Señor si el Antiguo Testamento era inspirado por Dios o no?
Sí, lo hizo muchas veces. El Señor utilizaba el Antiguo Testamento atribuyéndole una autoridad absoluta (ver 8.7). Ponía las palabras del Antiguo Testamento al mismo nivel que sus propias palabras (compárese Mateo 5:18 con Mateo 24:35).
Cada vez que se refirió a Adán y Eva, a Caín, a Noé, a Moisés, a David, etc., consideró los respectivos relatos del Antiguo Testamento como de absoluta autoridad. Para el Señor, estos escritos eran la base para una respuesta definitiva y perentoria a todas las cuestiones de la vida (la resurrección, el matrimonio, el divorcio y muchos otros temas). Finalmente, él mismo se presentó como el objeto de “todas las Escrituras” (Lucas 24:27).
¿Cómo sabemos que el Nuevo Testamento también fue inspirado por Dios?
Entre los escritores del Nuevo Testamento algunos reconocen como “Escritura” los escritos de otros (1 Timoteo 5:18; 2 Pedro 3:15-16), y los ponen al mismo nivel que las “Escrituras” del Antiguo Testamento (ver 8.11).
¿Cómo sabemos que los libros que componen la Biblia fueron correctamente seleccionados?
Los escritos inspirados tienen un poder espiritual tal que se recomiendan a sí mismos. Aquellos hombres espirituales sabían que tenían que ver con escritos santos e inspirados, muchos de los cuales, incluso, afirman explícitamente que son la Palabra de Dios.
Resulta de mucho interés el hecho de que el Señor se haya referido a “los profetas”, “los salmos” y las “Escrituras” como colecciones consabidas y reconocidas (por ejemplo Mateo 26:56; Lucas 24:44), así como también lo hicieron los escritores del Nuevo Testamento (por ejemplo Lucas 24:27).
¿Hay contradicciones en la Biblia?
La Biblia pone al hombre en la luz de Dios. Esta es la razón por la cual el hombre natural aborrece este libro y trata de hallar contradicciones en él. Sin embargo, el 90 % de las supuestas contradicciones surgen a causa de la ignorancia, de malas intenciones o de ambas cosas.
Podemos, efectivamente, encontrarnos con verdaderas dificultades, como las diferencias en los relatos de los evangelios, o entre los mismos hechos que se presentan de manera diferente en los libros de Reyes y Crónicas. En estos casos debemos pedirle a Dios que nos ayude a comprender el plan divino de las Escrituras. Si lo hacemos, las dificultades desaparecerán y la belleza de la inspiración aparecerá ante nuestros ojos, lo cual nos mostrará que estas diferencias tienen un claro propósito de parte de Dios, a fin de mostrarnos diferentes aspectos de la vida de su Hijo o de su pueblo.
En algunos casos extremadamente raros, podemos detectar un error: por ejemplo en 2 Reyes 8:26 se menciona una edad de 22 años, mientras que en 2 Crónicas 22:2 la edad de la misma persona es de 42 años. Posiblemente se trate de un error de copia. Pero nuestra fe no depende de estos detalles.
¿Qué decir de las palabras de personas malvadas que están registradas en la Biblia?
La Biblia tiene expresiones como: “Comamos y bebamos, porque mañana moriremos” (1 Corintios 15:32). Tales versículos no expresan el pensamiento ni la verdad de Dios, pero sí son verdaderos e inspirados. Simplemente nos dicen que hay gente que piensa y habla de esta manera.
También podemos leer en la Biblia acerca de las profundidades de Satanás (por ejemplo, en el libro de Job y en los evangelios), pero Dios utiliza estos escritos a fin de iluminar nuestro entendimiento acerca de la función de Satanás, de qué es capaz y de lo que no puede hacer, de lo que Dios hace con él y de la victoria del Señor sobre este enemigo. Los relatos que nos presenta Dios acerca de las palabras de Satanás son absolutamente inspirados por Él.
Las mentiras de los hijos de Jacob hacia su padre concernientes a lo sucedido con José son transmitidas por medio de la inspiración divina. Estos pasajes nos muestran lo que hay en el corazón del hombre, las razones por las cuales Dios ejerce su disciplina y la providencia divina que cumple los propósitos de la gracia, a pesar de la maldad del hombre.
El libro del Eclesiastés también contiene expresiones difíciles de aceptar. Gran parte de él no se dedica a revelar una verdad divina, sino a manifestar los razonamientos del hombre que está “debajo del sol”. No obstante, todo este libro es inspirado y verdadero, en el sentido de que Dios ilumina nuestro entendimiento en cuanto a la condición del hombre.
En resumen, ¿qué dice la Biblia de sí misma?
La Biblia afirma claramente que ella es la Palabra de Dios. Da por hecho su inspiración verbal y plenaria y, en consecuencia, su infalibilidad.
Agradezcamos a Dios que se complació en revelarse al hombre de esta manera. En todo el universo no hay nada más seguro que la Biblia: “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán” (Lucas 21:33).
¿Podemos confiar en el propio testimonio de la Biblia acerca de sí misma?
Sí. El testimonio de un tercero sería más bien débil; porque si Dios se reveló en su Palabra –como todo cristiano lo cree–, entonces su Palabra hablará por sí misma. Toda evidencia fuera de la Biblia solo tiende a denigrar su autoridad inherente.
El único lugar donde podemos aprender que la Biblia es inspirada, y el alcance exacto de esta inspiración es ¡en la Biblia! El libro de Dios habla por sí mismo.