Preguntas frecuentes sobre temas bíblicos ¿qué enseña la Biblia?

Ocho series de preguntas y respuestas acerca de los fundamentos de la fe cristiana

La Iglesia hoy

¿Qué significa la palabra “Iglesia”?

La palabra griega «ekklesia» significa «llamados fuera de». La Iglesia no tiene nada que ver con el mundo. Es celestial, llamada fuera de este mundo para pertenecer a Cristo.

¿Qué es la Iglesia?

La Palabra de Dios solo reconoce una Iglesia. Esta Iglesia está formada por todos los creyentes, cristianos que han creído en “el evangelio de vuestra salvación” (Efesios 1:13). Han sido unidos en un cuerpo, no por ser miembros de una organización, sino por la acción del Espíritu Santo (Hechos 2:47; 1 Corintios 12:13; Efesios 1:23).

¿Cuándo comenzó la Iglesia?

La Iglesia comenzó el día de Pentecostés, cincuenta días después de la resurrección del Señor (Hechos 2).

¿Por qué la Iglesia no existía antes?

Porque el Señor debía morir, resucitar y ser glorificado antes de enviar al Espíritu Santo (Juan 7:37-39). En Mateo 16 es todavía un hecho futuro: “Sobre esta roca edificaré mi iglesia” (v. 18).

¿Por qué no comenzó a existir más tarde?

Algunos pensaron que la Iglesia comenzó a existir más tarde, porque el día de Pentecostés solo judíos estaban reunidos en el aposento alto en Jerusalén. Efectivamente, los creyentes de las naciones fueron añadidos más tarde (Hechos 10 y 11). Pero el nacimiento de la Iglesia con toda seguridad tuvo lugar el día de Pentecostés, pues leemos al final de Hechos 2 que “el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos” (v. 47). De manera que la Iglesia ya existía entonces.

¿Fue revelada la Iglesia en el Antiguo Testamento?

No. El misterio de Cristo y la Iglesia “no se dio a conocer” (Efesios 3:5) en el Antiguo Testamento. Al apóstol Pablo le fue encomendada la tarea de comunicar este misterio (v. 2, 7-8). El Antiguo Testamento solo presenta tipos de la Iglesia (por ejemplo, Rebeca). Pero sin la luz del Nuevo Testamento nadie podría reconocer en estas figuras la verdad de la Iglesia.

¿Quiénes forman la Iglesia hoy en día?

La Iglesia está formada por todos los que han creído el Evangelio de su salvación (Efesios 1:13) y fueron unidos en un cuerpo (1 Corintios 12:13), ya sean judíos o gentiles de nacimiento.

¿Cómo llegamos a ser miembros de la Iglesia?

Usted no debe hacer nada. Si es creyente, ya es miembro de la “Iglesia del Dios viviente”, la única Iglesia reconocida en el Nuevo Testamento. Usted no necesita «unirse» a un grupo o seguir a un líder. Un verdadero creyente es miembro del cuerpo de Cristo (1 Corintios 12:12).

¿Por qué el Nuevo Testamento utiliza figuras para describir a la Iglesia?

¿Cómo podría explicarle usted a un pigmeo de la selva ecuatorial qué es un avión, si esta persona nunca ha visto uno? Sin duda, usted utilizará figuras; por ejemplo, le dirá que un avión es como un ave muy grande, pero hecho de metal, que no puede pararse en los árboles, que se alimenta con gasolina, etc. Esto podría darle una idea aproximada de lo que es un avión. De la misma manera, Dios utiliza términos que nos resultan familiares (cuerpo, esposa, casa) para explicarnos lo que es la Iglesia.

¿Qué significan las siguientes expresiones?

La Iglesia es el cuerpo de Cristo

Cuando Dios dice que la Iglesia es como un cuerpo, desea enseñarnos que (véase 1 Corintios 12):
•   Todos somos diferentes, así como todos los miembros del cuerpo son diferentes, y cada uno tiene funciones diferentes.
•   Hay unidad, tal como los miembros de un cuerpo forman un todo.
•   Y lo más importante, Cristo es la cabeza de este cuerpo (ver 3.10).

 

La Iglesia es la casa de Dios

En una casa, todo debe estar dispuesto de manera que agrade al dueño de la casa. Por lo tanto, en la casa de Dios:
•   Hay un orden que debe ser observado (1 Timoteo 3:15).
•   La gloria de Dios puede ser vista y él debe ser glorificado allí (Salmo 26:8).
•   Todo debe ser acorde con Su santidad (Salmo 93:5).

Estas dos referencias de los Salmos se aplican, por supuesto, a la casa de Dios en el Antiguo Testamento; pero, muestran que la gloria y la santidad están vinculadas a la casa de Dios en general. La Iglesia es la morada de Dios hoy (Efesios 2:19-22).

 

La Iglesia es la esposa de Cristo

La esposa nos hace pensar en algo afectivo, en una relación indisoluble, exclusiva e íntima (Génesis 2:24). Esta figura nos enseña que hay una relación de amor entre Cristo y la Iglesia (Efesios 5:25). Los afectos de la Iglesia no pueden estar divididos, solo deben ser para Cristo (2 Corintios 11:2). La esposa tiene un deseo muy particular: ¡que el esposo venga! “Sí, ven, Señor Jesús” (Apocalipsis 22:17-20).

¿Qué debemos entender por «Iglesia de Dios en tal o cual lugar»?

La Iglesia de Dios puede ser vista en su aspecto universal (Efesios 1:22-23) o en su aspecto local (1 Corintios 12:27), el que nos concierne ahora. La iglesia de Dios en una localidad (aspecto local) es la expresión local de la Iglesia de Dios en su conjunto (aspecto universal). La iglesia de Dios en una determinada localidad abarca a todos los creyentes que hay en dicho lugar. Es una parte de la Iglesia de Dios (ver 7.2).

En épocas pasadas (por ejemplo, en la época del Nuevo Testamento), era fácil identificar a la iglesia local porque todos los cristianos de una localidad se reunían en un mismo lugar, y si eran demasiados para reunirse en un mismo lugar, se reunían en diferentes casas, pero todos en comunión los unos con los otros. Así eran reconocidos como cristianos, y a ningún incrédulo se le hubiera ocurrido juntarse con ellos (Hechos 5:13).

En la época actual, la situación es más complicada pero los principios de Dios siguen teniendo plena vigencia. Los hombres han formado «iglesias», organizaciones, denominaciones, etc., y han creado la necesidad de hacerse miembros de esas «iglesias», lo que es distinto de ser miembros del cuerpo de Cristo. En consecuencia, ¿cómo se puede ver o mostrar hoy en día la iglesia de Dios en un determinado lugar? Únicamente reuniéndose sobre la base de las Escrituras con todos los cristianos que están dispuestos a hacer lo mismo, pero siempre teniendo en cuenta que los que así se reúnen no son toda la iglesia en ese lugar.

¿Qué significa estar «congregados en el nombre del Señor»?

En principio, el cristiano quiere hacer todas las cosas en el nombre del Señor, incluso comer y beber (Colosenses 3:17). Pero si desea congregarse enSu nombre (Mateo 18:20), entonces el Señor debe ser el centro de la reunión; debe estar allí donde Él pueda dirigir todas las cosas y ser el foco de toda la atención. Usted puede reunirse en el nombre del Señor únicamente si reconoce Su plena autoridad. En resumen:
•   “Donde”: un lugar que Dios escoge (véase Deuteronomio 12:5)
•   “dos o tres”: un testimonio suficiente para Cristo
•   “congregados”: el poder divino (congregados por el Espíritu Santo)
•   “en (o hacia) mi nombre”: Cristo es el nombre que congrega
•   “allí estoy yo”: la presencia de la Persona divina: Cristo
•   “en medio de ellos”: el centro divino.

En conclusión, para reunirse de acuerdo con Mateo 18:20 se necesita que
•   el Señor sea el centro de la reunión
•   el cuerpo de Cristo sea la base
•   la autoridad del Señor sea reconocida en separación del mal.

¿Qué es una reunión de iglesia?

Es una reunión en la que “toda la iglesia” local se reúne en un lugar (1 Corintios 14:23) como “iglesia” (cap. 11:18). Cuando decimos “toda la iglesia” nos referimos, naturalmente, a todos aquellos que pueden y tienen el deseo de hacerlo. En el Nuevo Testamento tenemos al menos tres propósitos para llevar a cabo las reuniones de iglesia:
•   para partir el pan (Hechos 20:7; 1 Corintios 11:24-26),
•   para orar (Hechos 12:5, 12; Mateo 18:19-20),
•   para edificación (1 Corintios 14:5, 12, 22-25).

¿Quién dirige las reuniones? (¿Es este el rol de los pastores y/o ancianos?)

Cuando los creyentes se reúnen en Su “nombre” (Mateo 18:20), el centro de la reunión debe ser Cristo (ver 7.10). Él dirige todo. Esta reunión no está dirigida por un hombre. Cristo es el que gobierna (1 Corintios 12:5), y el Espíritu Santo dirige, opera y da a cada uno “como él quiere” (v. 11). Allí hay libertad para que cada uno de los hermanos1  pueda aportar algo: indicar un himno, orar audiblemente o presentar la Palabra para edificación (cap. 14:26-33).

  • 1Las hermanas deben guardar silencio en las reuniones de iglesia (1 Corintios 14:34).

¿Quién debe ministrar la Palabra?

Cuando hablamos del “ministerio de la Palabra” (Hechos 6:4), nos referimos a la enseñanza y a la predicación de la Palabra de Dios a los creyentes. Esto lo harán aquellos que han recibido un don que los capacite para ese fin (maestros y pastores). Este ministerio tiene también un carácter profético: una palabra de Dios dirigida a la conciencia del pueblo de Dios.

Las Escrituras no enseñan acerca de iglesias en las que hay un único «ministro». En Antioquía había “profetas y maestros” (no «un pastor», «un ministro», «un clérigo» o «un sacerdote», Hechos 13:1). Pablo les decía a los corintios: “¿Qué hay, pues, hermanos? Cuando os reunís, cada uno de vosotros tiene salmo, tiene doctrina… Hágase todo para edificación” (1 Corintios 14:26).

Todo debe ser hecho en amor, y con el santo temor que nos inspira la presencia de Dios.

¿Cuál es la diferencia entre los dones y los oficios?

Los dones son facultades espirituales (don de maestro, de evangelista, etc.). Los oficios son cargos o responsabilidades, como las que ejercen los diáconos o los ancianos. Nótese que ellos siempre están mencionados en plural.

Los dones son dados para todo el cuerpo de Cristo (Efesios 4:11-12), de manera que un maestro, por ejemplo, puede enseñar en otras ciudades o países. En cambio, los oficios son dados para una determinada localidad: “Ancianos en cada ciudad” (Tito 1:5). “Ruego a los ancianos…: Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros” (1 Pedro 5:1-2).

¿Debemos nombrar ancianos hoy en día?

En el Nuevo Testamento, los ancianos siempre fueron establecidos por los apóstoles (Hechos 14:23) o sus delegados (Tito 1:5). Tito había recibido un mandato expreso de parte del apóstol para proceder así. En nuestros días, ya no hay apóstoles (porque un requisito para ser un apóstol era haber visto al Señor, Hechos 1:21-22 y 9:4-6, compárese con 1 Corintios 15:8). Por lo tanto ya no puede haber delegados apostólicos para establecer ancianos.

Aun así, todavía hay hermanos que cumplen con los requisitos que se les exige a los ancianos (1 Timoteo 3:1-7). No obstante, una lectura cuidadosa de la lista de las calificaciones necesarias para ser un anciano nos hace pensar que no es muy usual encontrar hombres así. Pero, los que reúnen estos requisitos, pueden hacer todavía la obra de ancianos, y los demás deben sujetarse a ellos (1 Pedro 5:2, 5; Hechos 20:28).

¿Qué dones se mencionan en el Nuevo Testamento?

En Efesios 4 se mencionan cinco dones principales de los que Cristo ha dado a su Iglesia:
•   Apóstoles: hombres que habían visto al Señor (Hechos 1:22; 9:4-5).
•   Profetas: aquellos que profetizaban (presentaban la Palabra al pueblo). Antes de que el Nuevo Testamento fuera completado, los profetas tenían revelaciones (Efesios 3:5). Ahora que la Biblia está completa, la revelación también lo está; pero el ministerio profético todavía se ejerce: una palabra de parte de Dios para una circunstancia determinada, para edificación y siempre sobre la base de las Escrituras. Algunas mujeres también profetizaban (Hechos 21:9), pero no en público ni en la iglesia (1 Corintios 14:34).
•   Evangelistas: predican el Evangelio a los pecadores perdidos, los llevan al Señor y a Su Iglesia. Un buen ejemplo lo tenemos con Felipe, el evangelista (Hechos 21:8), y sus actividades descritas en Hechos 8.
•   Pastores: cuidan a las personas tal como un pastor pastorea a las ovejas del rebaño. Hoy en día, muchas personas entienden por «pastor» algo muy diferente: una especie de «hombre orquesta», a menudo el hombre que está a cargo de una iglesia; pero no se trata del “pastor” al que la Biblia presenta. Notemos que esta palabra se menciona una sola vez en las Escrituras en singular, las otras veces en plural (Efesios 4:11).
•   Maestros: tienen la capacidad de presentar la verdad de la Palabra de Dios de tal manera que sea comprendida y que los corazones de los oyentes ardan por conocer más de la verdad (Lucas 24:27, 32).

Como complemento de estos dones, hay otros presentados en 1 Corintios 12 y Romanos 12. Notemos que ninguno de estos pasajes nos da una lista completa de todos los dones.

Los dones de milagros

¿Qué función cumplían?

¿Por qué Dios los dio? ¿Para evangelización? ¿Para brindar un espectáculo emocional? ¿Para reducir los sufrimientos de los creyentes? Ninguna de estas cosas.

Dios dio señales milagrosas para demostrar que había comenzado algo completamente nuevo, una nueva etapa, la de la Iglesia.

El tiempo de la ley había terminado. Dios formó la Iglesia por el Espíritu Santo. De manera que, en el día de Pentecostés (comienzo de la Iglesia), Dios capacitó a los discípulos para hablar en lenguas extranjeras a fin de que otras personas pudieran comprender. ¿Quién podía negar que Dios mismo dirigía tales manifestaciones?

Notemos que las “lenguas” eran una señal dada solo para los judíos (1 Corintios 14:21).

En algunas oportunidades, los discípulos hicieron milagros de sanidades (por ejemplo Hechos 3), pero no para aliviar los sufrimientos de los creyentes, sino como señal para los incrédulos (Hechos 4:16, 30; Hebreos 2:4).

 

¿Qué función cumplen el día de hoy?

Los dones de milagros fueron dados para el principio (Hebreos 2:3-4). Eran una prueba visible de que la Iglesia era una obra de Dios, algo completamente nuevo, un nuevo comienzo. Por cierto, Dios puede seguir obrando milagros hoy en día, y de hecho lo hace, pero esto es diferente a que alguien ejerza un don de milagros.

¿Qué se puede decir acerca de las lenguas? Bien, déjeme preguntarle: ¿Conoce usted a alguna persona que pueda hablar una lengua que nunca haya aprendido? (Pues eso fue lo que sucedió en Hechos 2). Y con respecto a las personas que afirman hablar en lenguas:
•   ¿Respetan las enseñanzas presentadas en 1 Corintios 14?
•   ¿Se interpretan todas sus exposiciones? (v. 13, 27).
•   ¿Están utilizando estas señales para los incrédulos? (v. 22).
•   ¿Guardan silencio las mujeres en la iglesia? (v. 34).

Si Dios da un don, tal como está descrito en el Nuevo Testamento, debemos reconocerlo. Pero debemos tener mucho cuidado con los dones falsificados que en realidad están muy lejos de la enseñanza de la Palabra de Dios.

¿Qué significa la expresión «la ruina de la Iglesia»?

Significa simplemente que las cosas hoy han cambiado mucho desde que Dios las estableció al principio, en Pentecostés. Los cristianos se han fragmentado en diversos grupos. Muchos se han convertido en miembros de distintas organizaciones, en lugar de actuar sencillamente como miembros del cuerpo de Cristo. Hoy en día, el mal en la profesión cristiana se presenta de diferentes formas:
•   Mal eclesiástico (ministerio de un solo hombre, etc.).
•   Mal doctrinal (cuando se ataca a la persona de Cristo, su naturaleza sin pecado, su encarnación, su humanidad, su obra, la salvación, y otras cosas más) y también la inspiración verbal de las Escrituras (véase el capítulo 8).
•   El mal moral es tolerado en numerosos lugares (1 Corintios 5).

Todo parece estar en una espiral descendente. Además, muchos cristianos desaprueban estas formas del mal, pero permanecen asociados a ellas.

 

Nota del editor: La expresión «ruina de la Iglesia» –es decir, ruina en un sentido moral– se refiere al estado de desorden y confusión en que cayó la Iglesia poco antes de la partida de los apóstoles. La Iglesia en su posición celestial en Cristo, como obra de él, es perfecta en Aquel que es su Cabeza; pero en cuanto a su testimonio y responsabilidad, sujeta a juicio (1 Corintios 3:11-18, Apocalipsis 2 y 3, por ejemplo), ella se ha apartado del modelo que Dios estableció al principio; y actualmente se halla en una condición de ruina pública, tal como había sido predicho en la Palabra.

¿Cómo se puede mostrar unidad en tiempos de ruina y fragmentación?

¿Echó a perder el hombre todo lo que le fue confiado? Sí, pero esto no significa que sea imposible poner en práctica los principios bíblicos. Aun cuando los hombres formen organizaciones, igualmente podemos reunirnos como lo enseña la Biblia: simplemente alrededor del Señor Jesús (Mateo 18:20) y comprendiendo que los creyentes somos miembros del cuerpo de Cristo (1 Corintios 12:12-13).

Pídale al Señor, y él le mostrará a otros creyentes que también desean reconocer a Jesús como el Señor, y obedecer Su Palabra. Reúnase con ellos y sencillamente ponga en práctica las enseñanzas de la Palabra de Dios con Su ayuda y por Su gracia. Esto no quiere decir que se deba tratar de formar una nueva Iglesia. Dios ya formó la Iglesia hace mucho tiempo y esto es plenamente suficiente. Hoy en día, nosotros simplemente debemos reconocer lo que Dios hizo.

¿Quién debe ser recibido para el partimiento del pan?

Todos los creyentes que no presenten impedimentos. ¿Por qué todos los creyentes? Porque es un privilegio de cada miembro del cuerpo de Cristo (1 Corintios 10:17). ¿Y por qué puede haber impedimentos? ¿Cómo puede suceder esto? Pues bien, hay tres razones principales:
•   Mal moral: Por ejemplo, el hombre de 1 Corintios 5 que tuvo que ser “quitado” a causa de su conducta inmoral.
•   Mal doctrinal: Si alguien no trae la doctrina de Cristo (2 Juan 9-11), no debemos recibirlo en casa, mucho menos celebrar el memorial del Señor con él. El mal doctrinal es “levadura” (Gálatas 5:9).
•   La asociación con el mal: Aquel que recibe al hereje de 2 Juan 9-11 “participa en sus malas obras”. Aquellos que comían en el templo de los ídolos en Corinto participaban de “la mesa de los demonios”, aun cuando ellos mismos no creían en aquellos ídolos (1 Corintios 10:19-22). Léase también: 1 Corintios 15:33; Apocalipsis 2:14.

¿Cuál es la relación entre iglesias locales?

Una iglesia (o asamblea) local es una parte de toda la Iglesia de Dios (1 Corintios 1:2). En consecuencia, las iglesias locales actúan en armonía unas con otras, así como los miembros del cuerpo humano trabajan unos con otros y no unos contra otros. Por cierto, el cuerpo no está compuesto por iglesias, sino por individuos; sin embargo, todos los que componen las iglesias locales son miembros de un mismo cuerpo. Hay “un cuerpo” (Efesios 4:4), y una Cabeza en los cielos, Cristo mismo, quien desea dirigir a los creyentes según Sus pensamientos, manteniendo a los suyos en armonía.

La iglesia local es solo la expresión y representación de la Iglesia de Dios en su conjunto (1 Corintios 10:17; 12:27; ver 7.9).

Cuando una iglesia local toma una decisión (por ejemplo, disciplinando o recibiendo a la comunión práctica a un creyente), entonces esto obliga también a todas las demás iglesias: “Todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo” (Mateo 18:18). Pablo repitió que las instrucciones que impartía a los corintios se aplicaban también a todos los demás lugares (1 Corintios 1:2; 4:17; 7:17; 11:16).

¿Qué es la disciplina en la iglesia?

El objetivo de la disciplina en la iglesia es ayudar a restaurar a una persona que ha obrado de una manera incompatible con la doctrina y la práctica cristianas. El tipo de disciplina depende del caso. Hay varias clases de disciplina:
•   Restaurar al que es sorprendido en alguna falta (Gálatas 6:1-2).
•   Amonestación y separación de alguien que anda desordenadamente (1 Tesalonicenses 5:14; 2 Tesalonicenses 3:6, 14-15).
•   Reprensión pública (1 Timoteo 5:20; Gálatas 2:11-14).
•   Desechar al que es hereje, fijarse en los que causan divisiones y apartarse de ellos (Tito 3:10-11; Romanos 16:17).
•   Silenciar a aquellos que enseñan doctrinas extrañas (1 Timoteo 1:3-4; Tito 1:10-11).
•   Reprensión cuando un creyente peca contra otro (Mateo 18:15).
•   La excomunión de personas: Es la forma más grave de disciplina en la iglesia. La iglesia debe reconocer, con humillación, que ya ha hecho todo lo posible y que debe dejar el caso en las manos de Dios (léase 1 Corintios 5).

¿Qué es una secta?

El mundo habla de una secta cuando tal grupo no pertenece a alguna de las grandes religiones oficiales. El cristianismo, en sus comienzos, fue clasificado como una herejía o secta (Hechos 24:14; 28:22).

Originalmente, esta palabra se refería a una «escuela» o un «partido» que se fundaba sobre las opiniones de sus líderes.

En este sentido, se forma una secta sobre la base de alguna doctrina particular (o cuando una doctrina bíblica es enfatizada en exceso), estableciendo como requisito primordial para pertenecer a dicha secta que la persona exprese su pleno acuerdo con la doctrina enseñada allí.

En Corinto existía la tendencia a elegir y seguir con favoritismo a ciertos maestros (1 Corintios 1:11-13; 3:3-5), y corrían el peligro de que tal espíritu llevara a la creación de sectas (véase cap. 11:18-19).

Ahora bien, ¿qué es lo que realmente hace que un grupo de cristianos sea considerado una «secta» o «sectario»?

Principalmente dos cosas:
•   Crear formalmente una organización a la cual una persona debe pertenecer para poder gozar de la comunión con los otros «miembros».
•   Imponer condiciones a aquellos que son recibidos en comunión, no los requisitos bíblicos en cuanto a un andar puro respecto a la doctrina y a las asociaciones, sino condiciones no bíblicas, como por ejemplo la obligación de vestir un determinado uniforme.

¿Somos «nosotros» una denominación?

Si usted es de una denominación (una organización con un nombre), por favor, tenga en cuenta lo siguiente: Los primeros cristianos no tenían un nombre particular. Ellos sencillamente eran reconocidos como “cristianos”, puesto que se sabía que pertenecían a Cristo, que se habían convertido a él, y defendían Sus intereses. ¿Por qué necesitaríamos hoy un nombre, si la Biblia no nos obliga a esto?

Debemos contentarnos con ser, sencillamente, miembros del cuerpo de Cristo. Todo lo demás es una negación de la unidad del Cuerpo.

¿Cómo nos relacionamos con otros cristianos que no se reúnen con nosotros?

Todos ellos son nuestros hermanos y hermanas en Cristo. Aun cuando no podamos caminar con ellos (ni partir el pan con ellos), sí los amamos. ¿Cómo podemos mostrar dicho amor? ¡Buscando lo mejor para ellos! Tratando de ayudarlos fraternalmente para que puedan tener edificación cristiana y que su fe se fortalezca. Esto a veces requiere que se les enseñe la Palabra de Dios.

¿Qué es lo más importante, que seamos sanos en la doctrina o consagrados al Señor?

Una cosa no puede subsistir sin la otra. ¡Necesitamos ambas cosas! La doctrina sin devoción puede ser comparada a un esqueleto sin carne. La devoción sin doctrina es como un cuerpo sin un esqueleto que lo sostenga.