Delante del tribunal de Dios, ahora toda boca permanece cerrada. Los acusados, sin excepción, han sido hallados culpables (v. 19). “Todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (v. 23). Y la sentencia terrible: “Ciertamente morirás”, anunciada por Dios desde antes de la caída del hombre (Génesis 2:17), va a ser confirmada: “La paga del pecado es muerte” (cap. 6:23). Para el incrédulo, sea pagano (gentil) o judío, ese juicio es definitivo; y el tribunal delante del cual comparecerá un día es una pavorosa realidad (Apocalipsis 20:11-15). Pero he aquí el abogado que interviene a favor de los que, tanto judíos como paganos (gentiles), lo han elegido por la fe. Él no trata de minimizar las faltas cometidas, como lo hacen los abogados ante los tribunales humanos. Al contrario, asume la defensa diciendo: «La sentencia es justa, pero ya ha sido ejecutada; la deuda está pagada; una muerte –la mía– ha pagado la espantosa pena por sus pecados».
Sí, la justicia de Dios está satisfecha, pues un crimen expiado no puede ser tenido en cuenta por segunda vez. Y si Dios es justo condenando el pecado, es igualmente justo eximiendo de culpa al pecador “que es de la fe de Jesús” (v. 26).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"