Solo la obra de Dios está expuesta en el Salmo 105; no era cuestión de los pecados de Israel. El Salmo 106 vuelve a tomar el mismo relato a partir de la salida de Egipto, pero subrayando la responsabilidad del pueblo (comp., por ejemplo, el episodio de las codornices en el Salmo 105:40 con el Salmo 106:14-15). Nuestra historia implica también un doble aspecto. Por un lado, la perfecta obra de la gracia que nos salva y que luego nos toma a su cargo para conducirnos seguramente a la meta, pese a los obstáculos y las dificultades (Filipenses 1:6); por otra parte, nuestra marcha, demasiado a menudo aminorada por rodeos o pasos en falso. Cuánto necesitamos al que, más que Moisés, permanece sin cesar en la brecha, intercediendo por los suyos (v. 23; Romanos 8:34).
No olvides ninguno de sus beneficios
( Salmo 103:2).
En efecto, el olvido es una puerta abierta a la codicia y esta lleva a la rebelión (v. 7, 13-14, 21). En un corazón ingrato, Satanás dispone de buenos elementos para sembrar deseos culpables. Para el que ha dejado de valorar los dones de Dios, él sabe volver atrayentes las cosas del mundo y, por medio de ellas, atraer poco a poco a su víctima al camino de la rebelión abierta contra Dios. Ojalá que el Señor nos conceda, pues, poder estar siempre atentos a “sus maravillas” (v.7).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"