Muchas personas solo piensan en Dios en el momento en que encuentran dificultades. ¿Deben extrañarse, pues, si Él se las manda? Como esos marineros sorprendidos por la tempestad (v. 23-30), los hombres están colocados, a veces, en situaciones desesperadas (Lucas 8:23). De ese modo, Dios quiere hacerles entender su total impotencia y la nada de toda su sabiduría (v. 27; Salmo 108:12). ¿Por qué obra Dios así? Para llevarlos a clamar a Él. Aguarda solo esto para intervenir. A su voz, las ondas se sosiegan, (v. 29). Y al mismo tiempo se calma el espíritu del hombre cuando consiente en confiar el timón al Señor para dejarse conducir al puerto deseado (v. 30).
Esas sendas de Dios para la salvación del alma tienen su equivalencia en la vida del creyente. Los manantiales terrenales en los que bebía pueden secarse (v. 33; comp. 1 Reyes 17:7). Pero, al mismo tiempo, el Señor le hará hallar agua viva en el lugar donde no la buscaba (v. 35; Éxodo 15:22-25). Lo que parecía árido y amargo, precisamente llegará a ser para el alma un manantial de gozo y fuerza.
Quien sea sabio, observe estas cosas y entenderá las misericordias de Jehová (v. 43; V. M.).
Sí, podemos estar seguros de ello: todas nuestras circunstancias, agradables o penosas, son dispuestas por Aquel cuya misericordia es para siempre (v. 1).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"