Este salmo tiene por tema a Salomón (según lo indica el título), figura de Cristo, rey de justicia y de paz. A los tiempos de sufrimientos y de luchas de que hablaban los salmos precedentes les sucede el reino justo y bendito del Mesías, Hijo de David. Junto a él, el menesteroso y el afligido, todos los desdichados de la tierra hallarán compasión y socorro. La violencia y la opresión, la explotación de los más débiles por los más fuertes, todas estas injusticias acabarán al mismo tiempo que la miseria material y la subalimentación que aflige hoy por lo menos a la mitad de la población del globo.
En distintas versiones, los versículos 7 y 16 hablan de “abundancia de paz” y “abundancia de trigo”. ¿No se trata precisamente de los bienes que la humanidad más desea? Y todas estas bendiciones despertarán al fin un eco de gratitud en el corazón de esos hombres hoy tan ingratos respecto a los beneficios de Dios. Como lo expresa el profeta Oseas en el capítulo 2:21-22: “En aquel tiempo responderé, dice Jehová, yo responderé a los cielos, y ellos responderán a la tierra”. Entonces la gloria de Jehová llenará la tierra (v. 19; Números 14:21). Con esta alabanza y la contemplación del verdadero Salomón se termina el segundo Libro de los salmos.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"