La ayuda de Dios no cesará

Salmos 71:17-24

Este salmo fue probablemente redactado por David cuando huía de su hijo Absalón. Ya anciano (v. 9, 18), el hombre de Dios atraviesa una vez más “muchas angustias y males” (v. 20). Se dirige a Jehová, diciéndole: “Aun en la vejez y las canas, oh Dios, no me desampares…”. El libro de Isaías da la respuesta divina a este ruego:

Hasta la vejez yo mismo, y hasta las canas os soportaré yo…
(Isaías 46:4).

No, Dios no abandonó a su siervo y no desamparará nunca a aquellos cuyas almas Él redimió (v. 23; leer Salmo 37:25), precisamente porque Él desamparó a su Hijo en la cruz para cumplir ese rescate. Si Él es el Dios de nuestra juventud –y deseamos que sea el caso de todos nuestros jóvenes lectores– Él será el Dios de toda nuestra vida.

Notemos cuántas veces el autor del salmo recuerda y celebra la justicia de Dios (v. 2, 15-16, 19, 24). Pese a habitar en un mundo en el que reina la injusticia (y que no ha cambiado desde entonces), él valora todo el precio de esa divina justicia. Esta triunfará en la tierra cuando sea dada al glorioso Rey del que nos hablará el Salmo 72.

Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"