Todo es claro en la luz divina

Salmos 73:15-28

El salmista prosigue su penosa meditación (v. 16). Y de repente ¡se hace la luz! Introduciéndolo en el santuario de Su comunión, Dios le da a entender dónde termina el camino de los malos (comp. Salmo 37:38). La pendiente que siguen es resbaladiza y los conduce a una ruina certera; su paso por aquí abajo habrá sido un vano sueño (v. 18, 20). El pasaje de Proverbios (cap. 23:17-18), que también exhorta a no envidiar a los malos, nos enseña que, para aquel que teme a Jehová, “ciertamente hay fin”… pero, ¡cuán diferente! (Romanos 6:22).

¡Sí, efectivamente! ¿Cómo pudo haberlo olvidado el creyente? Se acusa de haber sido torpe y sin entendimiento. ¡Qué contraste entre el destino de aquellos impíos y lo que él posee, aunque pase por las pruebas! ¿No tiene el honor de la compañía del Señor?: “Yo siempre estuve contigo” (v. 23). Le conoce según las preciosas expresiones del versículo 26. Y su porción (Cristo mismo; v. 25) la tiene en el cielo. Se cita la siguiente reflexión hecha por gente del mundo a cristianos que se ocupaban de la política: «Ustedes tienen el cielo, déjennos la tierra». ¡Irónica llamada al orden, pero muy digna de ser tenida en cuenta!

Ojalá nuestra vida pueda resumirse con estas palabras que solo en Jesús tuvieron su valor:

Fuera de ti nada deseo en la tierra (v. 25).

Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras