A su vez Josué termina su carrera. “Esforzaos, pues, mucho en guardar y hacer todo lo que está escrito…”, dice a los jefes del pueblo (v. 6). Esas mismas palabras, Jehová se las había dicho a él al principio (cap. 1:7), Moisés las había repetido muchas veces. Y esa es también la enseñanza que hoy nos conviene. Hay muchas personas que encuentran el Evangelio bastante anticuado, pasado de moda. Tienen “comezón de oír” novedades (2 Timoteo 4:3). Demos gracias al Señor por habernos dado unos siervos que no se cansan de repetir las mismas verdades y exhortaciones. “A mí no me es molesto escribiros las mismas cosas –afirma Pablo a los Filipenses–, y para vosotros es seguro” (Filipenses 3:1). ¡No nos cansemos, pues, de escucharlas!
El solo hecho de mencionar los dioses de las naciones es el primer paso que conduce a jurar por ellos, a servirles y finalmente a postrarse ante ellos (v. 7). Por eso la epístola a los Efesios nos exhorta a ni siquiera nombrar las cosas impuras, locas y de mal gusto del mundo, “como conviene a santos” (cap. 5:3-4). Quizá no siempre vigilamos cuidadosamente nuestro lenguaje. ¡Quiera Dios que por medio de este nos reconozcan como discípulos de Jesús! (Mateo 26:73 en contraste con el v. 74).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"