A raíz de la oración de Josué, Jehová detiene el sol y la luna aproximadamente durante un día. Así muestra a esos pueblos paganos quién es el Dios que lucha por Israel, y al mismo tiempo enseña a los suyos hasta dónde puede responder sus oraciones (Marcos 9:23). Pero, ¿acaso no es un milagro mucho más grande que Dios prolongue desde hace dos mil años el día de la gracia? Y no es, como aquí, para permitir el juicio y la venganza, sino que su propósito actual es la conversión de los pecadores. Dios tiene paciencia con el mundo (¿quizá con usted?) y “hace salir su sol sobre malos y buenos” (Mateo 5:45). Esto puede parecernos muy natural, pero reflexionemos al ver despuntar un nuevo día en esta larga paciencia de Dios.
Al no ponerse el sol, los enemigos huyen de la luz para refugiarse en las tinieblas, tratando de esconderse (v. 16; Juan 3:19-21; Apocalipsis 6:15-17). Israel gana la batalla y los cinco reyes son sacados de la cueva.
“Acercaos, y poned vuestros pies sobre los cuellos de estos reyes… No temáis”, dice Josué a sus capitanes (v. 24-25). Es la señal del triunfo, una anticipación del momento cercano cuando el Dios de paz quebrantará a Satanás bajo sus pies (Romanos 16:20; Salmo 110:1).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"