Las armas para luchar

Josué 6:15-27

Seguramente a los habitantes de Jericó les parecería irrisoria e inofensiva la ronda de esos trompetistas en torno a sus murallas. ¿Se había visto alguna vez un asedio emprendido de esa manera? ¡Las burlas no habrán faltado! Pero “lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte” (1 Corintios 1:27). Al lado de los poderosos medios visibles de que se sirve el hombre, la fe obra a su manera invisible. Conforme a la promesa del Señor, si tenemos fe como un grano de mostaza, Dios quitará de nuestro camino los obstáculos más espantosos (Mateo 17:20).

Las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas
(2 Corintios 10:4).

Hagamos uso de la oración, esa arma invencible. Si hay “Jericó” en nuestro camino, aprendamos como Israel a darle la vuelta con el Señor (el arca) levantando nuestras voces a Dios. Cuando llegue el momento designado por él, veremos caer las murallas, así como cayeron las de Jericó el séptimo día.

Israel ha recibido una instrucción oída por todos: la ciudad será anatema, esto es, maldita. Solo Rahab, en respuesta a su fe, es perdonada juntamente con los suyos. El cordón escarlata, fácil de localizar durante las trece vueltas alrededor de la ciudad, estaba en su sitio.

Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"