Gilgal, un nuevo comienzo

Josué 5:1-15

Henos aquí en la orilla de la resurrección. ¿Qué descubrimos allí? ¡Un penoso hecho! Primeramente, los enemigos exteriores han vuelto a hacer acto de presencia. Pero, ¡tengamos ánimo! No tienen fuerzas (v. 1), ya han sido vencidos por Cristo en la cruz (Colosenses 2:15). El enemigo interior, la carne, también está allí. ¿Luego esta no ha sido declarada muerta, enterrada en las profundidades del Jordán? ¡Por supuesto que sí! Ese es su sitio a los ojos de Dios. Pero es necesario que nosotros mismos nos tengamos por muertos al pecado (Romanos 6:11), no concediendo a la carne ningún derecho de manifestarse. La circuncisión corresponde a este juicio que hemos de aplicar a cada reaparición de la carne en nosotros. Cuando esto se pone en práctica, descubrimos los recursos y los goces que nos esperan en la «orilla» de los lugares celestiales. En primer lugar el producto de la tierra prometida reemplaza al maná: imagen de un Cristo resucitado y glorificado, del cual se nutre el redimido. Luego viene la pascua; esta se puede celebrar bajo las mismas murallas de Jericó. “Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores” (Salmo 23:5). Finalmente he aquí el Ángel prometido por Jehová desde los primeros días del Éxodo (cap. 23:23). Es una figura de Jesús, quien está por nosotros en el cielo y dirigirá nuestros combates si le confiamos su dirección.

Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"