La liberación de Lot es la respuesta a la oración de Abraham del capítulo precedente (v. 29). Este había creído que para salvar a su hermano era necesario que Sodoma fuese salvada de la destrucción. Ahora bien, Dios no responde siempre de la manera que nosotros pensamos. Pero responde.
Desgraciadamente, el corazón de Lot se ha ligado profundamente a todo lo que ahora debe dejar tras sí; tarda en marcharse. Los ángeles tienen que arrastrarlo por la fuerza con su mujer y sus dos hijas. Queridos rescatados del Señor, si hoy tuviésemos que marcharnos al cielo, ¿lo haríamos con gozo, o como Lot, nos dolería abandonar las cosas de esta tierra, de las cuales nuestros corazones se han prendado?
Sodoma y Gomorra son «reducidas a cenizas», solemne ejemplo de lo que espera a los impíos (2 Pedro 2:6; Judas 7). En cuanto a la mujer de Lot, ella también permanece en la Palabra de Dios como un monumento, un signo de lo que cuesta unir nuestro destino a un mundo condenado. Esta mujer había compartido exteriormente la vida del pueblo de Dios durante mucho tiempo. Pero no formaba parte de él. El mundo estaba en su corazón y ella pereció con él. ¡Sí, recordemos a la mujer de Lot! (Lucas 17:32). Por lo que concierne a Lot, su fin será vergonzoso y su descendencia maldita.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"