En contraste con Abram, el hombre de fe, Lot es el ejemplo de un creyente que anda por vista. Había seguido mucho tiempo a su tío, imitándolo, como hacen muchos jóvenes que se apoyan en la fe de sus padres o de otras personas maduras.
Puesto a prueba, Lot manifestó lo que había en su corazón. Después de haberse acercado progresivamente a Sodoma (cap. 13:12), ahora habita allí (cap. 14:12).
Una vez que tomamos voluntariamente un camino resbaladizo, ya no somos dueños de detenernos. Como consecuencia de esta falsa posición, Lot se ve mezclado en una guerra que no le concierne y es llevado prisionero con los habitantes de Sodoma.
La frecuentación de personas que no temen a Dios expone a un hijo de Dios a perder su libertad y, además, tal compañía siempre será causa de dificultades y de tormentos para su alma. 2 Pedro 2:8 menciona esos tormentos de conciencia cotidianos que, para Lot y para todo creyente mundano, son el resultado inevitable de una doble marcha. Al ser presa de esos conflictos interiores y exteriores, semejante hombre no puede ser más que desgraciado. Por el contrario, Abram, en la montaña, ignora esas complicaciones. Es extraño al mundo y a todo lo que lo agita. ¿Nos parecemos a Lot o a Abram?
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"