Algunos levitas designados por sus nombres invitan al pueblo a levantarse para bendecir a Jehová. Y, en nombre de toda la asamblea, le dirigen la larga oración que ocupa el resto del capítulo. Las primeras palabras de ella son: “Tú solo eres Jehová…”. Luego, remontándose a la creación, los levitas celebran el cumplimiento de los consejos de Dios, el llamamiento de Abraham –cuyo corazón fue hallado fiel– la liberación de Egipto, el mar Rojo, los pacientes cuidados dispensados a Israel a todo lo largo del desierto con el don de la ley, finalmente la entrada en el país. Los pronombres de 2a persona y los verbos activos se hallan no menos de veinticinco veces en esos pocos versículos.
Primeramente celebrar lo que Dios es y luego lo que él ha hecho, ¿no es también nuestro privilegio, ya que pertenecemos al Señor? Repasemos a menudo en nuestros corazones lo que la gracia ha hecho por nosotros. Y ejercitémonos en descubrir los cada vez más numerosos motivos de agradecimiento que serán otros tantos nuevos vínculos de amor con nuestro Padre celestial y con el Señor Jesús. Como David, exhortemos a nuestra alma a bendecir a Jehová y a no olvidar “ninguno de sus beneficios” (Salmo 103:2). ¡Pero en verdad esos beneficios son innumerables!
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"