A partir del versículo 16 se trata de la porción del muro que protege a la ciudad de David y al atrio del templo.
Nos sorprende enterarnos de que Eliasib, el sumo sacerdote, no reparó el muro delante de su propia casa (comp. con 1 Timoteo 3:5). Otros tuvieron que hacerlo en su lugar (Nehemías 3:20-21). Segunda culpable negligencia: al construir la puerta de las ovejas, él y sus hermanos, esos malos pastores, habían omitido proveerla de cerraduras y cerrojos (v. 1). Era brindar a los ladrones la facilidad para introducirse a fin de apoderarse de las «ovejas» de Israel (véase Juan 10:8, 10).
Improvisadamente los plateros, perfumeros y comerciantes se hicieron albañiles (Nehemías 3:8, 32). Uno de los jefes, Salum (v. 12) edificó con sus hijas. Mediante esos ejemplos Dios nos enseña que podemos trabajar en su obra, cualquiera sea nuestra edad, nuestro sexo o nuestra profesión. Notemos todavía que varios de esos hombres o sus padres se habían visto comprometidos, en tiempos de Esdras, en la alianza impía con mujeres extranjeras. Tal era el caso de Baruc, hijo de Zabai, de Malquías y Pedaías, hijos de Paros (Esdras 10:25, 28). Es hermoso ver ahora su diligencia para proteger a Jerusalén precisamente contra influencias extranjeras.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"