Mientras se reparaban los muros, los enemigos montaban en cólera contra Judá. Sanbalat, su portavoz, se irrita y se burla al mismo tiempo. Somos especialmente sensibles a la burla. El mundo no deja de poner en ridículo la separación de los creyentes, la debilidad de sus reuniones… No nos dejemos turbar por sus reflexiones. En lugar de responder, Nehemías se dirige a su Dios: “Oye, oh Dios nuestro, que somos objeto de su menosprecio…” (v. 4); y no toma en cuenta sus amenazas. “Edificamos, pues…” concluye el hombre de Dios (v. 6).
Entonces el enemigo se prepara para la guerra abierta y el desaliento amenaza a los hombres de Judá. Miran su propia debilidad (v. 10). Eso es estar de acuerdo con el enemigo, quien había menospreciado a “estos débiles judíos” (v. 2). Consideran el peso de las cargas, el volumen de los escombros… Sin embargo, hay quienes, con Nehemías, conocen el doble recurso (v. 9). Este es, al mismo tiempo, una orden del Señor:
Velad y orad
(Mateo 26:41; 1 Pedro 4:7).
La oración ha de ser nuestra primera respuesta a los esfuerzos del adversario. No obstante, no nos exime de la vigilancia. Por eso Nehemías toma diversas disposiciones para asegurar la vigilancia y la custodia del pueblo durante el fin de trabajo.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"