Se ha despachado, pues, una nueva carta de los acusadores a la capital. Pero ella se va a convertir en causa de su propia confusión.
Las investigaciones que Darío hace emprender no solo permiten volver a encontrar el edicto de Ciro, sino que en su respuesta el rey mismo se interesa por la causa del remanente de Judá y de la construcción del templo. Y, para colmo, ordena precisamente a los enemigos de los judíos que brinden a estos toda la ayuda que necesiten. Finalmente, el decreto de Darío es acompañado por las peores amenazas contra aquellos que cambiaran en él lo que fuera. Tal fue, pues, el resultado de la actitud franca y valiente de los ancianos de los judíos (Esdras 5:11-12; véase Mateo 10:32). Permitió que Jehová les mostrara públicamente su aprobación.
En el versículo 10, es hermoso ver que el rey reconoce la eficacia de las oraciones dirigidas al Dios de los cielos, ya que las pide para él y sus hijos. Ahora ese Dios de los cielos es nuestro Padre; no descuidemos dirigirnos a él. Además, somos exhortados a orar “por todos los hombres”, y precisamente “por los reyes (las autoridades) y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad” (1 Timoteo 2:1-2).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"