Sin medio de propulsión y sin timón, el arca que Dios conduce con mano segura se posa sobre los montes de Ararat. Parece que Noé podría salir. Pero espera muchos días. Así como entró en el arca bajo el mandato de Dios, no quiere salir sin antes recibir la nueva orden divina. La paloma que no se puede posar en ninguna parte y que vuelve al arca es una imagen del Espíritu de Dios, quien no tiene lugar en un mundo juzgado. Pero, más tarde, cuando Jesús aparezca, el Espíritu podrá posarse sobre Él bajo la forma pura de una paloma (Mateo 3:16). Así es también hoy día para el creyente, poseedor del Espíritu Santo: en este mundo no encuentra ningún alimento, ni nada para satisfacer su corazón. Por el contrario, el hombre natural se encuentra a su gusto, a semejanza del cuervo, ave impura según Levítico 11:15, que se alimenta de carne corrompida. A la orden de Jehová, Noé sale por fin del arca. Lo primero que hace es ofrecer un sacrificio. A Dios le pertenecen los primeros derechos sobre esta tierra lavada de su mancilla, y hacia Él sube un olor agradable. Nosotros también, ¿no hemos conocido frecuentemente en nuestra vida pequeñas o grandes liberaciones? ¡No olvidemos jamás dar gracias! Y en primer lugar por “una salvación tan grande” (Hebreos 2:3).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"