Los evangelios están lejos de relatar todos los milagros hechos por Jesús, según dice el apóstol Juan en el capítulo 21 de su evangelio. En su Palabra Dios solo hizo constar por escrito los que corresponden a una enseñanza útil para nosotros. Tal es el caso de la resurrección de la hija de Jairo. Este hecho tiene, entre otras, una aplicación profética. Se ve al Señor como estando de camino para volver a dar la vida a su pueblo Israel. Mientras tanto (en lo que viene a ser el tiempo actual) está a disposición de todos los que lo buscan por la fe, como lo hizo la mujer del versículo 20 que tocó el borde de su manto con la esperanza de ser curada. En efecto, Jesús tenía todo el poder para sanar cualquier enfermedad y dolencia. Tenía bastante amor en su corazón para sentir compasión por su pueblo, como el verdadero pastor de Israel. Si de vez en cuando hallaba fe, como en los dos ciegos, desgraciadamente, también a menudo chocaba con la más terrible incredulidad de los fariseos.
Nosotros que atravesamos el mismo mundo y padecemos las mismas necesidades, pero con corazones a menudo insensibles (Santiago 2:15-16), pidamos a Dios que nos dé una visión más amplia y clara de Su gran mies (Juan 4:35) y supliquemos al Señor de la mies que envíe nuevos obreros.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"